— Para, papá — intenta decir Kesha, su cuerpo aún tembloroso y muy cansado.
Luciana respira hondo, luego, sin decir nada, se acerca por detrás de Miguel y, en un movimiento rápido, le hace una zancadilla al licán, tomándolo por sorpresa. Miguel cae con un estruendo, de espaldas, soltando a Mariana, quien se desploma en el suelo y comienza a toser, intentando recuperar el aliento, inhalando tanto aire como puede para sus pulmones.
Pedro corre hacia Mariana, tomándola en sus brazos y llevándola a su cama. Sus ojos caen sobre las marcas rojas en el cuello de su amiga de toda la vida, pero, con la mirada que Mariana le dirige, no dice nada, se mantiene al margen.
Miguel, aún en el suelo, gruñe hacia Luciana, pero ella no retrocede. Se levanta, sus ojos clavados en la señora que ha estado con él desde que nació.
— ¡Deja de actuar como un ser estúpido! — Luciana lo reprende, arrancando otro gruñido de Miguel. — Si quieres respuestas, ¿cómo puedes conseguirlas ahorcando a la pobre? — Defiend