Mariana observa a Pedro, su mirada fija en su perfil cansado, y percibe la tensión que aún atraviesa su cuerpo. Él se seca las lágrimas del rostro, inhala profundamente y evita encontrarse con la mirada de Mariana.
— Tienes ganas de beber, ¿verdad? — pregunta Mariana, su voz calmada pero firme, observando la forma en que su cuerpo tiembla.
Abstinencia.
Pedro guarda silencio por un instante, su pecho subiendo y bajando lentamente mientras lucha por procesarlo todo. Finalmente, asiente con la cabeza.
— No lo voy a negar, Mari. Sí, quería beber hasta borrar todo, hasta no recordar nada… — inhala hondo. — Porque, honestamente, aún duele demasiado. Sé que no soy un lycan, pero no consigo superar que me la arrancaron. Fue la primera y la única mujer que amé. Y recordar todo lo que pasó me vuelve loco.