Al acercarse a la mansión, Miguel regresa a su forma humana. Su piel desnuda emerge del enorme lobo mientras el pelaje desaparece y sus miembros se encogen, adaptándose a la nueva forma. Al entrar en la mansión, nota que, a pesar de la hora, el silencio que lo recibe es extraño e inquietante.
— ¡Genuino! — exclama un omega, sorprendido. — Oh, bienvenido de vuelta.
— ¿Dónde están todos? — Miguel pregunta, sus ojos fijos en el omega. — ¿Y tú? ¿A dónde vas con tanta prisa?
— Estaba yendo a ver a la Velut Luna Lovetta luchar contra... tu esclava — responde el omega, su voz bajando un tono. — Ellas están...
Miguel no escucha las últimas palabras del macho, su cuerpo moviéndose antes incluso de que su mente pueda procesarlo. Un nudo de preocupación se forma en su pecho; tanto él como su lobo están inquietos, sus instintos protectores disparados, la necesidad de ver a Sasha a salvo gritando más fuerte que cualquier otra cosa.
Olfateando el aire, corre hacia la parte trasera de la mansión, su