Miguel deposita a Sasha con delicadeza sobre las ropas desordenadas, creando un nido improvisado en el suelo. Sus piernas están débiles y temblorosas, su cuerpo completamente sostenido por el macho que acababa de correrse tan fuerte dentro de ella que su semen aún resbala por sus muslos.
Se aleja ligeramente, apoyándose sobre sus rodillas, con los ojos oscurecidos por la lujuria mientras contempla a la hembra ante él. Hay algo casi reverente en su mirada, como si estuviera tomándose un momento para apreciar la visión ante sus ojos.
— Hermosa — murmura con voz ronca, cargada de deseo, su miembro volviendo a endurecerse dolorosamente con la imagen frente a él.
La observa con detenimiento, grabando cada detalle en su mente. Los labios de Sasha están hinchados, aún húmedos de los besos que compartieron, con un ligero temblor, como si aún sintiera el fantasma de sus caricias. Las marcas rojas esparcidas por su cuello y pecho —los chupetones y mordiscos que él dejó— contrastan con su piel s