El corazón de Sasha late con fuerza en su pecho. El alivio que sintió al ver salir a Lovetta se transformó rápidamente en confusión y temor cuando Kesha también dejó la habitación. La mirada de la joven, antes de partir, transmitía un mensaje claro: no preguntes, no interfieras, solo quédate.
El sonido de gruñidos rompe el tenso silencio, y Sasha desvía la mirada de la puerta hacia Luciana, quien está sentada al borde de la cama junto a Miguel. La mujer sostiene un paño húmedo, intentando limpiar las heridas abiertas que cubren el cuerpo del lycan.
Las marcas de la batalla son profundas, con sangre seca manchando su pelaje y movimientos que hacen que más sangre fluya de las heridas. Pero antes de que el paño toque el cuerpo de Miguel, él comienza a retorcerse violentamente. Sus músculos se tensan como si estuvieran respondiendo a un ataque invisible, y gruñidos amenazantes emanan de su garganta, resonando en toda la habitación.
Luciana retira el paño instintivamente, sus ojos abiertos