Capítulo 41.
La plaza central de la manada Garra Dorada, se encuentra completamente vacía, a excepción de varios guerreros heridos.
Aprovechando la luna roja, algunos de ellos quisieron probar sus capacidades y retaron a bestias difíciles de controlar.
— ¿Cuántos son los heridos?— preguntó Malcolm haciendo un registro de los daños tanto de sus guerreros, como los guerreros invitados.
— Fueron pocos— declara Mila— y a excepción de los envenenados todos los demás simplemente se fueron a sus habitaciones, la curación rápida de sus lobos los ayudará.
— Perfecto— dijo Malcolm fingiendo poner atención.
No podía olvidarse de ella, Oleika se encontraba en recuperación, su lobo estaba desesperado y una sensación de inconformidad y ansia lo estaban consumiendo.
— Mila —dijo de nuevo llamando la atención de la curandera— dime ¿cómo están las heridas de la clínica?
Debía disimular un poco su interés por Oleika, nadie lo entendería, y como hacerlo si ni él mismo lo hacía
— Están bien, las he sedado, no tienen