Oleika quién estaba decidida a eliminar cualquier clase de hechizo o hipnotización que estuviera en el cuerpo de Luisa, comenzó a extender sus manos para colocarlas justo en las sienes de la cabeza de la rubia.

— No te muevas— pidió ella, ahora con un aura roja incandescente rodeando su cuerpo.

Luisa solo asintió, Malcolm dio varios pasos hacia atrás intentando darle su espacio, intentando dejarle que el perímetro que lo separara fuera suficiente para poder canalizar su magia de la forma adecuada.

Oleika había comenzado a hacer una transición de su mente a la de la rubia, necesitaba encontrar cuál era ese recuerdo, ese momento exacto que estaba utilizando el vampiro que mencionaba Luisa para mantenerlo relacionado por el control.

La imagen de la mente de Luisa era clara, un pasillo largo, prácticamente interminable con decenas de puertas en cada lado, todas cerradas y Oleika debía encontrar la puerta correcta.

— Sé que tengo poco tiempo— Se recordaba Oleika al mismo tiempo que suspira