Capítulo 42

Tomas.

Percibí su aroma mezclado con aceites dulces, me resultaba afrodisiaco.

Tenía su cuerpo desnudo tendido frente a mí, conseguí los aceites en el baño y había pensado en algo que leí una vez. Sobre unos masajes. Quise hacerlo con Verona.

Así que le pedí que se recostara boca abajo y comencé a masajearla, los ruiditos placenteros que ella hacía me tenían con una tremenda erección que rogaba por un poco de contacto. Lo ignoré tanto como pude, concentrándome solo en ella. Nunca había admirado el cuerpo de una mujer desnuda con tanto…empeño. Quería tener cada detalle grabado, cada curva, cada punto débil.

Le gustaba que tocara sus glúteos. Yo no había conocido el placer de eso hasta ahora.

Una imagen se metió en mi cabeza, yo le levantaba las caderas y me hundía en

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