—Perdón, no quería soltarte…—se interrumpió a sí mismo mascullando cosas en su idioma—…desapareciste, en un momento te tenía y al siguiente…—me abrazó con fuerza—. ¿Estás bien? Dime que estás bien, por favor, Verona.
Jadeé aturdida por las emociones.
—Estoy bien, ¿Y Tú? ¿Hallaste a tus padres? ¿Dónde está Jesús? —farfullé.
—Mis padres están en el auto, Jesús está buscándote, yo no pude quedarme quieto sabiendo que estabas…Vine a buscarte.
Le dije que estábamos bien, que yo estaba bien. Solo paré cuando estuve segura de que él no se desplomaría primero que yo.
Buscamos a Jesús y lo encontramos con un grupo de oficiales. Juntos somos escoltados hasta el auto donde nos esperaban sus padres.