Capítulo 26

—Eso se enseña aquí en Klayten, ¿sabes?, por eso insistimos tanto en que si se van a hacer negocios en estas tierras, todos deben salir beneficiados. Todo y todos. La tierra, las personas, lo animales.

—Estoy de acuerdo y lo entiendo.

—No todo el mundo lo hace —declaró—. Supongo que no todos tienen el alma y el corazón abierto.

Me sonrojé.

Pasos interrumpieron el silencio.

Tomas se adentró al comedor sonriendo, su madre sostenía su brazo. Ya no tenía el sonrojo que adornaba su rostro cuando nos había encontrado a Tomas y a mí en la habitación.

Sentí la mirada de Dana sobre mí.

—¿De qué conversaban? —preguntó la señora Galger.

—De la señorita Verona  y su fundación —contestó el señor Helan.

Dana sonrió.

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