Aidan arrastró a Victore hacia su habitación y lo lanzó hacia su cama. Cerró la puerta tras su espalda y se recostó en esta.
-Habla, cuenta todo- le exigió con el ceño fruncido.
Ante el cambio de actitud del lobo, Victore pestañeó y comenzó a reírse dejándose caer en la cama y aguantándose el estómago. Aidan en cambio no entendió que era tan cómico. Él no le veía la gracia a todo el asunto a su alrededor.
-Príncipe- Victore se sentó y se secó una lágrima- No se preocupe, responderé todo lo que desees, pero primero sería mejor que se cambiara de ropa. Si de casualidad a mi alfa le da por pasar por aquí y lo ve en esas fachas y conmigo sentado aquí, por mucho que huela a él, pensará cosas erróneas y me castrará, y me gusta mucho el sexo como para perder mis hermosos amiguitos allí abajo-
La forma obscena con la que el lobo dijo eso incomodó a Aidan que después de revisarse de arriba abajo y querer pensar que no estaba sonrojado caminó en dirección al baño.
-Si salgo y no estás te buscar