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Se acercó con cautela, pero vio cómo su hijo dejaba de besar a Lucian y bruscamente giraba su rostro y lo miraba por encima del hombro. Gruñó tan fuerte que Lukyan se impresionó. Su rostro estaba desfigurado en una mueca de rabia en dirección a él, como una fiera protegiendo lo suyo.

El omega no se alarmó. Se detuvo y entrelazó miradas con su hijo. Debía entrar un momento en su mente para ver el estado de él y el de Ryan. Saber que tanto resistiría Aidan estando consiente.

-Aidan, soy yo-

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