Savannah Davenport lo tiene todo: belleza, riqueza y una vida llena de lujos. Pero cuando su padre pierde la paciencia con su actitud mimada y decide desheredarla, su mundo se derrumba. Obligada a casarse con un desconocido para recuperar su fortuna, Savannah se ve atrapada en un matrimonio de conveniencia con Logan Carter, un rudo granjero que acaba de convertirse en millonario tras descubrir un pozo de petróleo en su propiedad. Logan, decidido a cobrárselas a la niñita rica, acepta el trato pensando que domará a la caprichosa heredera. Pero mientras la vida en el campo les ofrece nuevos desafíos, una inesperada atracción comienza a florecer entre ellos. Pero el malentendido hace que ambos se separen cada vez más. Hasta que Savannah está a punto de casarse con otro hombre mientras se encuentra embarazada del hijo de Logan. ¿Podrá Logan descubrir la verdad y reconquistar el amor de su vida? ¿O su orgullo y terquedad serán más fuertes?
Leer másSavannah
Voy sentada en el asiento trasero de mi auto, mirando mi reflejo en el espejo de mano mientras mi chofer conduce en silencio. El sol de Texas brilla a través de las ventanas y me hace entrecerrar los ojos. Llevo unos lentes de sol enormes, por supuesto, pero incluso eso no basta para contrarrestar el brillo molesto de este día interminable.
—¡Ey tú! ¿Puedes acelerar un poco? —le digo. Estoy harta de este viaje. Apenas puedo concentrarme en revisar mi cuenta de 1nstagram con tantos baches y vibraciones.
—Estamos yendo a la velocidad máxima permitida, señorita Davenport —responde Robert con esa calma irritante que me saca de quicio.
—¡Ay, por Dios! No puede ser tan difícil ir un poquito más rápido, ¿o sí? Además, el aire acondicionado está demasiado bajo. ¿Quieres que me derrita aquí? —me quejo.
Robert no responde, pero puedo ver sus nudillos apretándose en el volante. Por supuesto que no va a contestarme, sabe que tengo razón. Siempre la tengo.
El auto comienza a desacelerar. Miro hacia afuera, y veo que estamos llegando a una estación de gasolina.
—¿Qué estás haciendo ahora? —pregunto con un suspiro de fastidio.
—Señorita Davenport, el auto necesita gasolina —me responde saliendo del coche con una lentitud que me parece casi ofensiva.
—¡Claro que necesita gasolina! —exclamo sacando la cabeza por la ventana—. Pero podrías haberlo hecho antes, no ahora que estamos a medio camino. ¡De verdad! ¡es que siempre eres tan incompetente!
Lo veo caminar hacia la bomba de gasolina mientras yo sigo refunfuñando sobre su pésimo sentido del tiempo y la vida en general. El chofer abre el tanque, y entonces algo en él parece romperse. Se gira hacia mí, pero esta vez su expresión es diferente. Está… ¿molesto? Parece a punto de explotar.
—Señorita Davenport —dice con voz más fuerte de lo habitual—, me rindo. No soporto más esta actitud. Prefiero caminar los diez kilómetros que faltan antes que seguir escuchando sus quejas.
Me quedo boquiabierta. ¿Acaba de… renunciar?
—¿Me estás hablando en serio? —digo incrédula—. ¿Me estás abandonando aquí?
—Así es. Estoy harto. No vale la pena —me dice con altanería. Y sin más, se quita la gorra, la tira al asiento del conductor y comienza a caminar. ¡A caminar!
Miro su figura alejándose mientras el corazón me late de rabia. ¿Cómo se atreve? ¡Es solo un simple chofer!
—¡Vete al diablo! —le grito por la ventana, aunque ya está demasiado lejos para escucharme.
Bien, genial, ahora estoy sola en medio de esta mugrosa estación de gasolina sin chofer. Respiro hondo para no perder los estribos, aunque ya es tarde para eso. Saco mi celular y trato de llamar a una de mis amigas, pero no hay señal. ¿Qué clase de lugar es este? Ni siquiera puedo conseguir una señal decente.
Frustrada, salgo del auto moviendo mi celular hacia el cielo como si con eso fuera a captar algo. Camino unos metros más, concentrada en mi pantalla, hasta que de repente siento un golpe seco y tropiezo hacia adelante.
—¡¿No puedes ver por dónde vas?! —grito sin siquiera mirar al culpable.
Cuando levanto la vista me encuentro con un hombre alto, sucio y musculoso, muy musculoso; descargando unos sacos de fertilizante en la parte trasera de una vieja camioneta roja. Lleva un sombrero vaquero que le cubre parte del rostro, pero aun así puedo notar lo guapo que es, aunque esté cubierto de polvo y sudor.
—¿Yo? —responde él con una voz grave y burlona—. Tú eres la que iba distraída.
Su tono me irrita aún más.
—¡Qué bruto animal! ¡Eres un estúpido por no apartarte! —le grito—. ¿No ves que me has ensuciado la ropa? Esto es un vestido de diseñador, ¿sabes? No tienes idea de cuánto cuesta. Claro, porque eres un ignorante apestoso.
El hombre cruza los brazos sobre su pecho y me mira con una media sonrisa que me saca de quicio.
—¿Y tú quién te crees que eres? —me suelta—. Una niña ridícula que ni siquiera sabe caminar sin estrellarse. Ve a llorarle a tu papá.
Me quedo helada. ¿Me acaba de… contestar? Nadie me habla así. Absolutamente nadie.
—¡Al diablo contigo! —respondo, sin saber qué más decir. Me giro furiosa, me subo al auto y, antes de arrancar, bajo la ventana para sacarle el dedo medio. Acelero, y al salir de la estación, me aseguro de rozar su camioneta roja con el lateral de mi auto.
La risa sale de mis labios antes de que pueda detenerla. Eso le enseñará.
Cuando llego a casa, veo a mi padre de pie en la puerta, esperándome con los brazos cruzados. Mi buen humor desaparece en el acto.
—¿Qué pasa ahora? —pregunto, sin bajar del coche.
—Savannah, bájate del auto. Tenemos que hablar —dice con esa voz fría que solo usa cuando está realmente enfadado.
Resoplo, pero hago lo que me pide. Al salir, noto que está mirando fijamente el auto.
—¿Qué le has hecho al coche? —pregunta, su voz es más baja ahora, pero mucho más peligrosa.
—No es nada, solo un rasguño —digo, restándole importancia—, hay que mandarlo a arreglar y…
—No es solo un rasguño. Y además, el chofer renunció. El sexto de este mes, Savannah. Estoy harto de este comportamiento tuyo —me dice cruzando los brazos con una mirada que me hace sentir un poco incómoda.
—¿Qué? No fue mi culpa. Él era un incompetente total. ¿Y qué si se fue? Contrata a otro.
Pero mi padre no parece escucharme. En lugar de eso, da un paso hacia mí, su expresión cambia del enfado a algo más frío. Más definitivo.
—Se acabó, Savannah. Te he dado todo y no has hecho más que despilfarrar mi dinero y mi paciencia. A partir de hoy, estás desheredada. No más dinero, no más lujos. Hasta que aprendas a comportarte como una adulta, no tendrás ni un centavo de esta familia.
Me quedo en shock, incapaz de procesar lo que acaba de decir.
—¿Qué? ¡No puedes hacerme esto!
Pero él simplemente se da la vuelta y se marcha, dejándome sola frente a la puerta.
Mis amores, hemos llegado al final de otra historia de amor más. De verdad gracias!, gracias por acompañarme en las historias, por leer cada cosa que se me ocurre, por no aburrirse jajajaja sé que algunas historias son más memorables que otras, me esfuerzo cada día por traerles novelas llenas de amor, drama, ternura y más, y poder conectar con ustedes a través de mis personajes.Realmente aprecio mucho cada comentario, cada interacción que dejan, así sea añadirlas a su biblioteca, o un me gusta en las otras pág (ya saben cuales, guiño, guiño xD). Su apoyo constante me ayuda a seguir, a mejorar y a traerles nuevas historias. Quiero desearles una feliz navidad, un feliz año 2025 y espero que el siguiente año me sigan acompañando para traerles más novelas. Gracias! Atte. Aurora Love.
EPÍLOGOHan pasado meses desde aquel caos que casi destruye nuestras vidas. La granja, nuestra casa y todo lo que somos, quedaron marcados por el fuego y los errores del pasado. Pero ahora, al mirar a mi alrededor, lo único que veo es renacimiento.El aroma a madera recién cortada y pintura fresca flota en el aire mientras recorro la entrada de nuestra nueva casa, que se alza orgullosa en el mismo lugar donde estaba la anterior. Todo luce más grande, más sólido, más nuestro. Savannah ha supervisado cada detalle, desde la elección de los colores hasta los acabados. Verla liderar con esa determinación me recuerda cada día por qué la amo.No solo la casa ha cambiado; todo lo ha hecho. La petrolera que estuvo al borde del colapso está ahora en manos de Savannah, y no podría estar más orgulloso de cómo ha manejado todo. Ella transformó la empresa en lo que debía ser desde el principio: un negocio honesto y transparente. Por primera vez en décadas, Davenport Inc. se dedica a algo más que en
CAPÍTULO 101: EL CIERRESavannahEl sonido del crepitar del fuego en la chimenea llena la sala de estar mientras Julia me observa desde su silla, con los ojos cargados de tristeza y arrepentimiento. El resto de la casa está en calma; todos se han retirado después de un día agotador. Logan está sentado a mi lado, su mano cálida está sobre la mía, dándome el apoyo que necesito para enfrentar lo que sea que mi abuela quiera decir, mientras yo le doy el biberón a Olivia.—Savannah —comienza Julia—. No hay palabras que puedan reparar el daño que te he causado. Lo único que puedo hacer es pedirte perdón, una vez más.Me quedo en silencio, observándola. No soy la misma mujer que era cuando todo esto empezó. Ahora sé que el perdón no siempre significa olvidar, pero también sé que cargar con resentimiento no me hará bien.—Abuela, ya hablamos de esto —digo finalmente, apretando su mano ligeramente—. No puedo cambiar lo que pasó, pero estoy lista para seguir adelante.Ella asiente, sus ojos se
CAPÍTULO 100: LA VERDAD OCULTASavannahEl aire en la sala de visitas de la prisión parece congelarse cuando mi abuela mira fijamente a William. Su postura en la silla de ruedas es erguida, y su expresión, aunque cansada, destila una fuerza que me intimida.—Tu venganza fue una inútil pérdida de tiempo —repite, sus palabras resuenan como un eco en mis oídos.William se ríe con esa malicia que ya he llegado a odiar profundamente.—¿De que mierd4 hablas, señora? ¿Eso crees? —responde, con una sonrisa torcida que me provoca escalofríos—. Davenport Inc. está en ruinas, nadie comprará esa mierd4 de empresa. Tu casa explotó y ninguno de ustedes salió ileso. ¿Eso te parece inútil? Los Langford no tienen nada que ver en esto.Se reclina en la silla, disfrutando su burla, como si estuviera triunfante. Pero mi abuela niega con la cabeza, lentamente, como si lo estuviera observando desde una posición de superioridad.—Eres un tonto, William —dice, con una frialdad que corta como un cuchillo—. Yo
CAPÍTULO 99: TODAVÍA HAY MÁSSavannahLos días en el hospital parecen eternos. Entre las enfermeras entrando y saliendo, los médicos evaluándonos a Logan y a mí, y los momentos de absoluta soledad, siento como si el tiempo se hubiese congelado en un ciclo interminable de aburrimiento. Pero, cinco días después, al fin llega el momento en que nos dan de alta. A pesar de las heridas que aún nos recuerdan todo lo que hemos pasado, salimos juntos, más fuertes.Berth nos recibe en su casa como si fuésemos familia de toda la vida. Sus abrazos cálidos y las risas de todos llenan el espacio de una alegría que me resulta extrañamente reconfortante. Aunque nuestra situación no es ideal, estar rodeada de personas que nos cuidan me da un respiro necesario.—Esto es temporal —me dice Logan mientras se acomoda a mi lado en el sofá y Olivia acurrucada en sus brazos—. Pronto reconstruiremos todo.Le sonrío y asiento, aunque la incertidumbre aún me carcome. Necesito tiempo para procesar todo lo que ha p
CAPÍTULO 98: SIEMPRE LO TENDRÉSavannahEl sonido del monitor cardíaco de Logan es lo único que llena la habitación. Sus pitidos constantes son una especie de consuelo y un recordatorio de que está aquí, vivo, conmigo. Llevo horas sentada a su lado, observando cada detalle de su rostro: las líneas marcadas por el cansancio, las cicatrices que parecen aún más profundas bajo la luz blanca del hospital, y la calma aparente en su expresión.Su mano está sobre la cama, grande y fuerte a pesar de todo lo que ha pasado. Yo no dejo de sujetarla, como si al soltarla pudiera perderlo.Cuando finalmente abre los ojos, mi pecho se inunda de alivio. Sus pupilas se enfocan lentamente hasta que me encuentran.—Hey —murmuro, pero la voz me sale quebrada por las emociones que he estado conteniendo.Él parpadea, parece desorientado al principio, pero su mirada se suaviza al verme.—Savannah… —dice con un tono bajo y rasposo, pero inconfundiblemente suyo.No puedo evitarlo; las lágrimas comienzan a caer
Último capítulo