Me alejé un poco de él para poder mirarlo a los ojos, la preocupación brillaba en ellos, ¿de verdad estaba pasando esto? ¿estaba ahora en peligro? Tenía tantas preguntas y en lugar de ir contestando algunas de ellas con lo que me iba enterando de mi misma y de mis padres, todo parecía empeorar, la lista se alargaba cada vez más.
—Tranquila, pequeña. Veremos la manera de solucionar todo—murmuró en mis labios, cuando se acercó posando cada mano a cada lado de mi cara. Dejó un beso en mis labios y luego agregó—:Toma asiento, hoy día cocinaré yo. ¿Una ensalada y papas fritas?
Asentí. En ese preciso momento lo que menos me importaba era la comida. Sin embargo, a él parecía importarle bastante, y en parte lo agra