— Ya veo —trató de estar sereno, pero le dolió mi respuesta, y su voz le delató—. Respetaré tu decisión.
— Gracias —paró un taxi frente a nosotros—. Si no te importa iré primero a la casa —subí dentro del taxi sin mirarle y cuando este dio marcha no miré hacia atrás...no podría mirarle a la cara en días y lo sabía.
< Pronto pasará lo que siente por mí, y yo...le olvidaré con el tiempo. >
Una llamada entró al móvil de Seung.
— ¿Amelia ya está en camino? —Se oyó la voz de Kwan al otro lado de la línea.
— Sí, ya lo está —colgó—. Feliz cumpleaños, Amelia —murmuró.
Luego de unos quince o veinte m