Efectivamente, nadie estaba feliz: Ben tiembla que una gelatina, Ian no deja su sermón y por lo que vi desde la camioneta cuando cruzamos las rejas, el pulgoso tampoco lo está.
Antes de que Ian se estacionara pude ver en el umbral de la puerta a Marshall parado con los brazos cruzados.
— Va a degollarme— balbuceó por cuarta vez Ben.
Abrí la puerta sin molestarme en tomar la sombrilla que Ian me ofreció.
Estoy empapada ¿Para qué sombrilla?
Charlie le indico a Ben que bajara del auto y este aún con miedo lo hizo.
Conforme me fui acercando note que tras Marshall, apoyada en las escaleras estaba Gaby con mala cara y a la izquierda está María con la misma cara.
La expresión furiosa de Marshall me puso nerviosa así que sonreí en un intento por calmarme o calmarlo, lo que funcione.
— Pensé que no volverías para el almuerzo.— dije intentando sonar relajada.
No presto atención a mis palabras, iba por media oración cuando él camino en mi dirección, con la diferencia que su atención no estaba