Flor Pérez

Veo a mis hijos y aún no puedo quitarme la sensación de todo lo que me he enterado. Quisiera poder regresar el tiempo, quisiera poder tomar mejores decisiones. Michael llegó a la vida de mi familia y se mostró como un gran amigo del padre de Matías. ¿Cómo pudo ser que no lo viéramos?

A todo esto, debo hablar con él y contarle todo con suma urgencia, definitivamente debo ir a verlo, esto es algo que no puede esperar.

- Niños, andén, vamos a ir a ver al tío Matías… -digo mientras busco a mis hijos dentro de la casa.

Al llegar a la habitación de Ángel, no lo encuentro, me dirijo a la habitación de Samy y tampoco, comienzo a sentir un poco de angustia. Los llamo, pero ellos no responden. Comenzó a recorrer la casa, les gritó por todos lados y nada, siento como si mi alma se desprendiera de mí.

Corro al único lugar donde no los he buscado, mis piernas tiemblan, siento una enorme opresión en el pecho, siento que me falta la respiración. Salgo al jardín y los veo, están con Christ