La temperatura en el vestíbulo seguía aumentando, y en el hermoso rostro de María apenas podía ocultar su agitación interior.
Su padre había tenido una recaída en su enfermedad cardíaca y apenas había estado despierto durante dos o tres días. ¿Cómo podría regresar repentinamente del país Miraluna?
¿Y cómo sabía que ella había venido a la Oficina de Asuntos Civiles?
Durante unos minutos, María pensó que era porque ella extrañaba tanto a su padre que estaba experimentando una ilusión irreal.
Sin embargo, esa ilusión fue inmediatamente destrozada por el grito de Javier: —Si no vuelvo, ¿vas a divorciarte de Nicolás a mis espaldas?
Dicho esto, sin importarle su debilidad física, empujó bruscamente a Luis, quien lo estaba apoyando, y se apresuró hacia la ventanilla para obtener el acuerdo de divorcio de María, agarrándolo y rasgándolo en dos pedazos con enojo. —María, eres una niña muy terca. Vuelve a casa con papá de inmediato. Nicolás me lo ha dicho todo. ¿Hasta cuándo vas a seguir caus