Capítulo 42. Marcas que no se borran.

Capítulo 42. Marcas que no se borran.

La noche pasó sin pena ni gloria. Lucien no se despegó de mi lado y yo tuve que soportar todas esas miradas inquisitorias. Aunque la mayoría ya me conocían, no me veían como Luna de la manada y, para ser sinceros, no eran los únicos que lo pensaban, ya que yo también lo pensaba.

De verdad, ¿una Omega como yo, una que estaba tan dañada, podía liderar y aconsejar a todos los miembros de la manada?

Esa noche Lucien no durmió conmigo. Supongo que pasó la noche buscando a Elian. Cuando me desperté, bajé directamente a su despacho, y antes siquiera de tocar la puerta lo escuché hablar con Marcus.

—¡Ese desgraciado se ha atrevido a entrar otra vez aquí! —gruñó Lucien; su voz resonó con rabia contenida—. Y nadie sabe cómo es capaz de entrar y salir sin ser detectado.

—Quizás haya alguien que le ayude desde dentro —contestó Marcus con tono prudente—. Podríamos tener un traidor entre nosotros.

—Marcus, nadie se atrevería a desafiarme —su voz bajó, p
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