*—Max:
Por más que intentara hacer algo, todo estaba condenado a desmoronarse.
Max había pasado las últimas semanas investigando, revisando informes financieros, buscando alguna manera de impedir lo inevitable. Sin embargo, no importaba cuánto se esforzara, todo era en vano. Jefferson McKay había sido un hombre imprudente, más un soñador que un verdadero empresario. No tenía visión, no sabía manejar una compañía, y ahora, su mala administración estaba a punto de costarle todo.
Y Max… no había hecho nada.
Por cobardía. Por lealtades divididas. Por no querer desafiar a su propia familia.
Se había convencido de que no podía intervenir, que esto estaba fuera de sus manos, pero la verdad era otra: no quiso luchar lo suficiente. No quiso enfrentarse a Chris, a su padre, a lo que implicaría ponerse en contra de los Bryant. Y ahora, era demasiado tarde.
La culpa lo carcomía. Por eso se había alejado de Antonella. No podía mirarla a los ojos cuando sabía lo que se avecinaba. Le respondí