Ciudad de México.
Aline acababa de llegar de hacer guardia en el instituto donde trabajaba. Moría por llegar a recostarse y dormir un poco, luego trabajar toda la noche. Deseaba tanto olvidarse que Aldo ahora era su jefe y que pretendía hacerle la vida miserable, no comprendía como demonios le había hecho para que le negaran el divorcio.
Estaba por sacar ropa cómoda cuando llamaron por el interfón de su departamento.
—¿Quién es? —preguntó.
—Soy Alfonso, tu padre.
—Pasa —respondió sin mucho ánimo.
Un par de minutos después tocaron a su puerta.
—Hola papá— Saludó algo distante.
— ¿Cómo has estado?
— ¿A qué debo tu visita?
—Veo que aún estás resentida conmigo.
Aline lo miró seria.
—Me casé
Les dejo un capítulo. Saludos.