El sol había salido hacía tan solo unos minutos cuando el timbre de los Tindergar se hace escuchar.
Margareth y Robert se encuentran desayunando entre olor a café y tostadas recién hechas, ambos con cara de preocupación y cansancio. Quien atina a levantarse es ella, pero su esposo la detiene.
—Abro yo y voy saliendo —se levanta, le da un beso y pide, mientras camina hacia la puerta, que le avise si llega a pasar algo con Thomas.
—Buen día señor Tindergar —escucha ni bien abre. Adrián lo saluda.
—Fuera del colegio soy solo Robert —le aclara después de devolverle el saludo y sigue su camino, dejando la puerta abierta como invitándolo a pasar.
Adrián ingresa sin dudarlo, anunciándose e interrumpiendo un sorbo de café a Margareth.
—Buen día hijo —le responde&mdas