El herrero, el guardián y los durmientes ya se encuentran dentro del camarote, en aquel navío pesquero que los llevará rumbo a Goldland. El lugar es un tanto oscuro y el olor a humedad sofoca a quienes aguardan a Tom. Afuera se oye un barullo incesante de gritos de los tripulantes y los barriles de mercancías que ruedan por la borda mientras son acomodados.
Thomas aguarda sentado junto a su padre sobre un banco largo de madera ubicado junto a unas de las paredes del lugar. Viktor a unos metros de ellos observa a través de una pequeña escotilla. Adrián da vueltas revisando todo lo que tiene a su alcance, cuando al levantar uno de los cuadernos que se encuentran sobre el escritorio, encuentra lo que parece ser una carta de navegación <
> piensa mientras lo guarda en uno de sus bolsillos. En ese momento la puerta se abre y Tom ingresa.—El barco ya está desamarrado y los remeros en sus puestos —informa al cerrar la puerta—. Tenemos viento a favor, per