Angela

La joven despertó lentamente, sus pestañas temblando al abrirse para encontrarse con un entorno que no reconocía. La habitación estaba bañada por la tenue luz de un lámpara de bronce en la mesa de noche, su luz proyectando sombras danzantes en las paredes de color crema adornadas con molduras doradas. Un dosel de gasa blanca caía en suaves pliegues alrededor de la cama, envolviéndola en una sensación de intimidad casi irreal. La madera oscura de los muebles tallados, los candelabros antiguos y un enorme espejo con marco de oro completaban el ambiente, dándole un aire romántico y atemporal.

Angela se frotó las sienes, sintiendo una ligera punzada de confusión mientras sus ojos recorrían la habitación. No recordaba cómo había llegado allí. Un susurro de seda la hizo voltear la cabeza y su corazón se aceleró al