Capítulo 3 "¡Déjame en paz!"

Esa noche decidí dejar los libros escolares y las tareas a un lado para continuar con la lectura de una novela que me encanta. Narra la historia de una chica de dieciséis años llamada Silvia. Sus padres murieron en un incendio doméstico y ella quedó bajo la custodia de Edisnora, su tía por parte de madre. Esta señora manda a vivir a su sobrina a la casa de otro tío. Era un señor muy rico; pero que anteriormente había enfrentado problemas legales por pedofilia. Silvia, al enterarse, de que estaba viviendo con un ser pervertido y despreciable huye en medio de la oscuridad de la madrugada. Ambos deciden buscarla: el tío para abusar sexualmente de ella y Edisnora, para matarla y quedarse con la herencia.

Estaba en una maravillosa nube de fantasía; pero el sonido de una llamada en mi teléfono celular hizo que me precipitara bruscamente hacia la realidad. Jenna, una de mis mejores amigas, era la causante de la llamada.

Aparté el libro, no sin antes marcar la página donde me había quedado. Tomé mi teléfono y salí a mi balcón para sentir la brisa nocturna en mi piel.

—Hola PartyQueen—la saludé en el momento en que tomé la llamada. 

—Hola compañera de aventuras. Cuéntame que has estado haciendo con tu vida. 

—Estaba leyendo mi libro favorito ¿Lo recuerdas? 

—Sí, de la chica que tiene que huir de los tíos. Es muy épica esa historia, según me has contado. 

—Querida, tenemos que vernos, para contarles a ti y a los chicos todo lo que ha acontecido en estos días. Por cierto ¿Cómo están ellos? 

—Mi amorcito, Paul, está cada día más sensual y...

—Jajaja—solté la risa de inmediato. 

—¿Qué te hace gracia?

—Si no mencionas la sensualidad de Paul explotas.

—Sí, es cierto—ambas reímos.

—Pero, sigue contándome. No me dejes con la angustia.

—Robert, hace poco fue a una fiesta y llegó muy ebrio a su casa. Cuando le preguntamos que había bebido dijo que, metieron ositos de goma en whisky. El alcohol fue absorbido por las gomilonas y luego se las comieron. Pienso hacer eso para mi cumple, es una forma muy cool de ingerir bebidas alcohólicas. 

—Muy bien, hazlo, pero asegura que hayan muchas gominolas rellenas. Me las pienso comer todas-anuncié entre risas.

—Claro que habrán muchas para ti, Nat. Eres mi borracha favorita. 

—Eso es, ámame—sonreí—¿Angeline y Becky? Háblame de sus respectivas vidas. 

—Ellas...están raras últimamente.

—¿Cómo de raras?—Pregunté con un poco de preocupación.

—Se han distanciado muchos de nosotros. No han querido acompañarme a el mall para renovar el guardarropa. Tampoco han ido a las últimas fiestas. De otras personas lo esperaría, pero de ellas no. Estoy preocupada. 

—Tranquila. Seguramente no han ido de fiesta porque las tienen castigadas. 

Lo de las compras debe ser porque les recortaron la paga. Ya sabes como son sus padres, estrictos a más no poder.

—Sí, debe ser eso.

—Me alegro de que todos estén bien. No olvides que debes mantenerme informada ¿Ok?

—Por supuesto nena. Ahora te toca a ti contarme sobre tu nueva escuela. ¿Cómo es?

—Es gigantezca. El primer día no me perdí porque en los pasillos hay mapas de la institución pegados en las paredes porque si no yo... 

—¿Hay muchos chicos guapos?—Interrumpió. 

—La verdad es que sí, pero tú tienes a Paul, así que deja de estar preguntando por el material que no está a tu alcance.

—Está bien mamá—expresó burlonamente—y dime ¿No hay ninguno en particular que te ponga patas para arriba el corazón?

—No realmente. A todos los miro de reojo y no he hablado mucho con casi nadie.

—Alguno, estoy segura, que se te ha acercado más que los demás.

Pensé por un instante. 

—Bueno, sí—le informé. Ella chilló de la emoción—El único chico con el que he entablado una conversación de más de treinta segundos es un idiota del nivel experto. Se llama Lucas y es algo así como la joya más importante de la corona. Ya sabes, un hombre popular. 

—Así empiezan las historias de amor verdadero en todos los dramas juveniles. El chico guapo, rico y popular se enamora de la más nerd, fea y asquerosa de la High School.

—¡Oye, yo no soy una nerd!—Escuché su risa maquiavélica del otro lado del teléfono—y él no se va a enamorar de mí. Sólo me ayudó un poco porque mis notas estaban por los suelos. Eso es todo.

—Sí, sí obvio—dijo con un marcado sarcasmo-¡Espera! ¿dijiste que se llamaba Lucas?

—¿Por qué? ¿Te los has tirado?

—Tal vez ¿Cuál es su apellido? 

—Miller, Lucas Miller si mal no recuerdo.

—Yo lo conozco.

"¿Por qué será que eso me preocupa" susurré.

—Su padre y el mío trabajaron juntos en un proyecto hace un año. Así que, tuve la oportunidad de visitar su mansión en una ocasión. Cuando conocí a Lucas noté que era algo arrogante pero que también tenía su punto agradable. Eso, y que está más bueno que...—hizo una pausa y luego exclamó—¡Tengo una idea! Voy a invitar a Lucas y a sus amigos más cercanos a mi fiesta de cumpleaños. Si viene, aprovechas la oportunidad para entablar algo con él. Ya sabes, amistad o lo que surja.

—¿Estás loca? ¡No pienso hacer eso! Es un presumido insoportable. Sabes que no me gusta juntarme con personas así. ¡No quiero nada con él! ¡Ni amistad!

—Vamos Nat, te conozco desde que teníamos tres años. Sé cuando quieres algo y cuando no. Lo invitaré y no podrás hacer nada para evitarlo—el estruendo de su risa se hizo notar. 

Esa conversación telefónica había llegado a un punto que no me agradó. Yo sólo le dije "Ok, has lo que quieras" y colgué.

Abrí la puerta del balcón. Entré a mi cuarto y como una piedra caí sobre la cama. Anhelaba que alguien me dijese dónde había conseguido amigos tan locos. Me dormí sonriendo, pensando en ellos y en los momentos felices que habíamos pasado juntos. 

Al día siguiente sonó estridentemente el despertador y eso me hizo muy feliz (sarcasmo) . Por fortuna, terminó de pitar antes de que me levantara de la cama hecha una furia. Probablemente lo hubiese tirado por la ventana si hubiera seguido con su tiritiri tiritiri un minuto más. 

La habitación contigua a la mía es un pequeño baño para mi uso personal. Como normalmente hago en las mañanas, me bañé, cepillé mis dientes, me preparé para desayunar y luego para irme a mi escuela. Mi papá me hizo el favor de acercarme en su auto.

Luego de Matemática, Física y Arte estaba Química en nuestro horario. Me dirigí al laboratorio hecha un manejo de nervios. El profesor nos había dicho que en ese turno de clases entregaría los resultados del último exámen de esa asignatura."Veamos si Lucas es realmente un buen profesor" expresé para mí.

—¿Ahora hablas sola?—Escuché la voz de él a mis espaldas, pero finjí no hacerlo para no dejar de andar. 

Miller se apresuró para caminar a mi lado.

—Además de loca, veo que estás sordas.

—Y tú, además de insoportable...

—¡Qué bien! Al menos no eres muda.

Lo observé por un corto tiempo.

—Eres extraño ¿Lo sabías?

—¿Extraño?—Miró al techo pensativo sin dejar de caminar—Es un bonito adjetivo.

—¿Cuánto tiempo llevabas siguiéndome?

—No alucines. Yo no te seguía.

—Entonces debo asumir que me escuchaste hablar sola por casualidad.

—Yo sólo te escuché. No es mi culpa que estés loca, ni que tengas amigos imaginarios.

—Lucas ¿por qué no te desapareces?

—Porque soy un pésimo mago.—Se río de su mal chiste—Ya, en serio, no puedo faltar a clases para complacerte. Hoy el viejo bigotón dará los resultados del exámen.

—Gracias por decirme lo que ya sé.—Suspiré—Espero haber obtenido una buena calificación—dije en voz baja. 

En aquel momento llegamos a la puerta del laboratorio.

—¡Ah! Por cierto—dijo él antes de entrar—yo no tendría muchas esperanzas si fuese tú.

—¿Qué quieres decir con eso?—No respondió a mi interrogante.

El profesor estaba esperando a los de mi clase con la montaña de pruebas sobre su mesa. Cuando todos los estudiantes estuvimos en nuestros lugares, el "bigotón" se dio a la tarea de entregar los exámenes, mesa por mesa.

Llegó a mi lugar. Miró la hoja con rostro de contraído de preocupación.

—Señorita James, creo que necesita estudiar más—extendió su mano para entregarme el papel.

Mis esperanzas de haber aprobado con una nota excepcional se desvanecieron, pero aún así tenía la certeza de que había aprobado. Mi sorpresa fue mucha cuando miré ese trozo árbol procesado. Estaba reprobada, con un enorme cuarenta de cien. 

—¿Cómo es posible?—Me quejé enfurecida pero sin alzar mucho la voz—¿Qué pasó? Esto no puede ser, si Lucas...—todo se volvió claro en mi mente—¡Hijo de la gran puta! ¿Cómo pudo?

Él, estaba sentado casi al fondo del laboratorio. Tuve que girar mi cuerpo hacia atrás para poder verle la cara. El muy imbécil estaba sonriéndo hacia mi lugar. No había notado, hasta ese momento que él estaba masticando un chicle.

Tomó su exámen, lo levantó y lo agitó un poco para que pudiera apreciar su maldita calificación perfecta. 

Entonces, llegué a mi límite. No podía seguir conteniendo la rabia. Era demasiado. Me levanté de mi asiento y caminé hacia Lucas. Todos los alumnos del lugar dejaron de mirar sus pruebas para observar el espectáculo. 

—¿Cómo puedes ser así?— le pregunté enojada cuando estaba frente a él.

—¿Así de guapo, inteligente, bien dotado, apetecible?—llevó sus manos a la parte trasera de su cabeza. Se inclinó hacia atrás en la silla y sonrió—La verdad es que no sé. 

Todos se quedaron viéndome con mucha atención. Hasta el profesor hizo silencio. Creo que el muy chismoso quería saber que pasaría después. 

—¡De todas las veces que tenías que ayudarme te pido una vez que me expliques algo y lo haces mal para que repruebe! 

Todos rieron cuando dije eso. 

—Pero—expresó haciéndose pasar por la víctima—yo te expliqué a la perfección—apartó sus manos de su cabeza y las puso en sus cachetes—Tal vez no prestaste la suficiente atención. ¿Qué pasó?¿Me estabas mirando?

—¿Yo, mirarte a ti?—reí un poco y luego me puse neutral—No lo creo.

—Claro que sí. Te pasas las horas babeando por los pasillos. Fijas esa mirada de depredadora sexual en los cuerpos y los rostros de muchos de los chicos de aquí.

¿Cómo lo sabía? ¿Acaso lo que yo pensaba que eran miradas discretas eran en realidad miradas carentes de sutileza?

—Para nada—negué con firmeza—Tengo cosas más importantes que hacer que estar mirando chicos por los pasillos.

—Eso es hasta más preocupante—se cruzó de brazos—porque si no me estabas mirando a mí, estabas mirándome el paquete—abrí los ojos como platos. A parte de tonto, era un experto tergiversando la realidad—¿Qué pasó Natasha?¿Imaginabas con tu cabecita enferma todo lo que pudiera haberte hecho sobre una de las mesas de la biblioteca? 

Fruncí el ceño—¿Qué? ¡No! 

—¡Lucas, así se habla!—Gritó alguien, creo que fue Michael.

—¡Qué desvergonzada!—susurró otra persona. No la pude identificar, aunque sabía que era una voz femenina. 

—¡Ya es suficiente!—Exclamó el profesor para que se hiciera silencio. 

Los alumnos comenzaron a reírse por lo bajo y a murmurar. 

—Paren chicos ¿No ven que la van a hacer llorar?—Expresó Lucas mirándome fijamente a los ojos. Torció su sonrisa.

Mi cara ardía de rabia. 

—¡Silencio clase!—ordenó el profesor, alzando un poco más la voz. 

Se hizo un silencio absoluto. El maestro lo quebró. 

—Señorita James vuelva a su asiento de inmediato. Usted y Lucas arreglarán sus diferencias después. 

Respiré con fuerza y giré sobre mis talones. Estaba dispuesta a irme a mi asiento sin tomar represalias, aunque por la culpa de Lucas había sido humillada. Cuando di el primer paso hacia mi silla escuché a Lucas decir por lo bajo "De seguro reprobaste porque solo sirves para prostituirte".

No pude más. No sé si fue por impulso, a propósito, o si mi subconsciente lo tenía todo planeado. Giré ciento ochenta grados. Mi mano recorrió unos centímetros de distancia alcanzando una velocidad tremenda y coincidiendo con la cara de Lucas en el espacio-tiempo.

Él, puso su mano en el lugar del golpe y volvió a sonreír. Hasta parecía que lo había disfrutado.

Aquel laboratorio se vino abajo. Unos gritaban, otros aplaudían, algunos me ofendían. De un momento a otro la indisciplina se apoderó del lugar y como es lógico me enviaron a la dirección. 

La directora, la distinguida señora Cassandra Poffman, es una mujer de unos cuarenta y tantos años. De tez blanca, pelo liso negro, ojos verdes y una constitución excelente para su edad. Tiene una personalidad inmutable y un fuerte carácter; pero no por eso deja de ser agradable cuando quiere.

Dentro de su oficina sentía, por momentos, que las paredes se hacían más pequeñas. Eso y los nervios me hacían sentirme cada vez más agobiada.

Me encontraba sentada en una silla. frente a su escritorio. Ella, estaba ocupada firmando unos documentos que parecían ser muy importantes. Tardó un poco en prestarme atención pero finalmente apartó los papeles y dejó su pluma de tinta negra a un lado. Me miró por encima de sus lentes un breve instante antes de decirme: 

—Debería saberlo ya señorita Natasha; en esta escuela no aceptamos conductas, ni acontecicimientos como el ocurrido hoy. La violencia no es la solución a los problemas. Solo complica las situaciones.

—¿Seré expulsada?

—Deberías serlo, pero—hizo un pausa, que me erizó la piel—por ser la primera vez y porque no eres una mala estudiante no llamaré a tus padres ni te expulsaré.

—Muchas gracias señora Poffman—respiré con calma al fin.

—Pero que no se vuelva a repetir, ni con Lucas ni con nadie más.

—No volveré a dejarme provocar, se lo prometo. Yo sé como son las cosas aquí, pero ¿qué haré cuando Lucas me falte al respeto? ¿Quedarme callada y bajar la cabeza?

—Natasha,—suspiró—yo te entiendo—se quitó los lentes y los dejó sobre su mesa—. Lucas es un chico inteligente pero con demasiadas cualidades difíciles de entender. Por eso necesito que me narres lo que ocurrió, con lujo de detalles, para poder entender que fue lo que te llevó a golpearlo.

Mordí el interior de mi labio inferior. 

—Pues resulta que...

Después de contarle todo la señora Poffman mandó a llamar a Lucas por megafonía. Ya faltaba poco para que se terminara el día de clases y quería irme a casa para así poder descargar mi estrés haciéndole maldades a mi hermano o navegando en Internet. En menos de cinco minutos estaba él frente a la dirección. Entró, se sentó haciendo uso de la mayor descortesía del mundo. De seguro se sintió orgulloso de eso. 

—¡Lucas!—Lo requirió la directora—Antes de entrar a un lugar hay que llamar a la puerta y pedir permiso. 

—¡Ups! lo olvidé y ¡ups! no me importa.

—La señorita Natasha me contó todo lo que ocurrió. 

—¿Te dijo que me golpeó sin motivos? 

—No seas tonto—dijo ella—James, me explicó que lo hizo y el porqué lo hizo. La llevaste al límite. La ofendiste y la hiciste reprobar. 

—¿Y le vas a creer a ella antes que a mí? ¿Le vas a perdonar que me haya abofeteado?—expresó él cínicamente y haciéndose la víctima una vez más. 

—¡Lucas! ¿Acaso piensas que soy corta de mente? Te conozco desde que usabas pañales y lo sabes. Te leo por dentro y por fuera fácilmente, como si fueras un libro infantil. Sabes perfectamente que Natasha no está mintiendo. 

Se escuchó desde el interior de la dirección el sonido del timbre que indicaba la hora de salida.

Lucas no dijo nada más, se levantó y salió de la dirección tirando la puerta.

—Este chico va a acabar conmigo.—Dijo ella mientras sostenía el puente de su nariz. 

—Em...Señora.

—¿Sí?

—¿Puedo retirarme también?—Pregunté con tono de niña buena y angelical. 

Me hizo un gesto con la mano para indicarme gentilmente que sí. Salí dejándola atrás con el montón de documentos que debía revisar. 

La escuela estaba más vacía que el refrigerador de casa cuando mamá no hace la compra. 

Caminé por el pasillo en dirección a la salida más cercana. Al girar la esquina lo vi. Lucas estaba apoyado contra la pared, con un pie puesto en ella y las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta. Pasé por su lado como si no le hubiese visto pero comenzó a caminar junto a mí.

—No puedo ni siquiera acusarte con mis padres porque mi tía está de tu lado. Eres una chica con suerte.

Me quedé un poco sorprendida con eso que dijo"¿La directora es su tía?" pensé y sonreí de lado"Ya veo porque sabía quién era el culpable y quién no".

—-Con respecto a lo que te dije en el laboratorio...no lo tomes como algo personal. Es que a veces no controlo mis palabras.

—Miller—casi sonreí —¿Estás intentando disculparte?

—¡Claro que no! Sólo te lo estoy informando. Es para que la próxima vez que te diga algo feo no reacciones de esa manera.

—Tú sabrás, pero a la próxima vez que me hagas enojar vas a comerte mi puño.

—Bastante tengo con la cachetada que me propinaste. Me sorprendiste ¿Sabes? No sabía que podías llegar a ser tan cruel. 

Al escuchar eso frené en seco y lo tomé fuertemente del brazo para que dejara de caminar también. Lucas miró a su brazo y luego me miró algo confundido.

—¿Yo, cruel? Mis padres me alejaron de mi antigua escuela y de mis mejores amigos para que tuviera una "mejor preparación para el futuro". Ahora pagan una fortuna por mi educación. Mis notas empezaron a decaer, te asignan como mi tutor, haces que me reprueben y luego me dices que solo valgo para puta. Lo siento, pero aquí la cruel no soy yo—solté su brazo bruscamente.

—En futuras ocasiones—sacudió la parte de su chaqueta que había tocado—evita el contacto físico conmigo.

Torcí la mirada. Continúe caminando dejándolo atrás.

-¡Hey loca! ¡No puedes arruinar una chaqueta que vale más que tu casa y luego irte sin más!

Me giré.

—No entiendo ¿Cuál es tu maldito problema conmigo?

Encaminó sus pasos hacia mí lentamente.

—¿Mi maldito problema?¿Contigo? Sabes que me parece muy tierno que pienses que eres especial—quedó de pie frente a mí.

Alcé la mirada para poder mirarlo a los ojos.

—Para ti, debo ser especial y exótica. Piénsalo un poco. No soy una de tus amistades de plástico, ni de tus supuestas fans que solo te quieren por tu dinero—chasqué los dientes—Sinceramente me das lástima, Lucas.

Seguí mi camino. No puedo decir con que cara se quedó, pues no miré atrás. 

Unos metros antes de llegar a la salida sentí pasos detrás de mí. Era él otra vez "¡Dios! si que estorba cuando quiere!".

—¡Oye tú! ¡Espera!

¿Quién le dijo que podía hablarme de tú?

—¿Ahora, que quieres?—dije mientras me volteaba nuevamente.

—Veo que no te vas a disculpar por golpearme.

—Así que, para eso me has seguido desde que salí de la dirección.

—Te vas a disculpar ¿Sí o no?

—¡Por supuesto que no, idiota! 

—Natasha, he sido amable contigo. Más de lo que normalmente soy. No me obligues a arrepentirme.

—Deja de incomodarme o...

—¿O qué?

—Gritaré.

—¿Y quién te va a escuchar? En la escuela no queda casi nadie.

—No importa, aún así gritaré, tan fuerte que te reventaré los tímpanos.

—No te atreverías—me dijo con una mirada desafiante. 

Abrí la boca para lanzar un fuerte grito al viento, pero él se acercó rápidamente y lo evitó con la palma de su mano derecha.

—No hagas eso ¿Ok?

En respuesta lo mordí con toda la fuerza de mis mandíbulas.

—¡Mierda!—Hizo una mueca de dolor mientras retiraba su mano de mis labios.

Alcé ambas cejas y sonreí satisfecha.

—Te advertí que no me hicieras enojar.—Acarició la zona de la mordida—Me alejaré de aquí, no vaya a ser que termine arrancándote la piel.

Volví a caminar hacia la salida. Ya no me estaba resultando agradable su presencia. Realmente quería irme a casa. Nuevamente me alcanzó pero esta vez me colocó de espaldas contra la pared. Sostuvo mis muñecas a ambos lados de mi cabeza.

—No pienses que te dejaré escapar tan fácilmente.

—¡Déjame en paz! ¡No me sigas más! ¡No me hables! ¡No me toques! ¡Suéltame y vete a la m****a presumido acosador!

—Es increíble lo indomable que puedes llegar a ser.

—No seas necio. Después de lo que te hice en el laboratorio si tuvieras un ápice de vergüenza no me hablarías.

—Corrección, si tú tuvieras un ápice de inteligencia no me habrías golpeado. Reales o no, todas mis admiradoras se han enterado de que me abofeteaste y te van a hacer la vida muy difícil, a partir de mañana. Eso, si antes no te estrangulan con esos rizos tan lindos que tienes. Es una lástima, no tienes inmunidad. Vas a morir lenta y dolorosamente en sus manos, negrita.

—¿Crees que no lo sé? Aquí estoy sola. Soy una presa fácil—forcejeaba como podía. Movía mi cuerpo como una jodida culebra epiléptica pero Lucas es muy fuerte—¡Suelta mis manos!

—Hay una única manera de evitar que te puedan poner un dedo encima.

Dejé de intentar salir del acorralamiento y lo miré intrigada.

—Espera ¿Qué? ¿Cuál? 

No contestó a mi pregunta sino que clavó su mirada en la mía. Por unos segundos quedé embobada mirando a lo profundo de esos ojos misteriosos que por cierto, en ese momento, no estaban falsamente azules por los lentes de contacto. Se mordió el labio inferior con sensualidad extrema mientras se acercaba lentamente a mí. Apretó mis muñecas aún más fuerte para que no lograse escapar. Se acercó, tanto que mis nervios se pusieron a flor de piel. Estaba segura de sus intenciones y lo estuve más cuando cerró sus ojos. Ya sentía su respiración cerca de mi rostro y antes de que pudiera decirle "No te atrevas" juntó sus labios con los míos. Un escalofrío recorrió mi espalda. Se me erizaron los vellos de todo el cuerpo y mi ritmo cardíaco se aceleró a tal punto que pensé que sufriría un infarto. Recuerdo que pensé "¿Por qué siento esto con él?". El beso duró unos segundos. Los segundos más extensos de toda mi vida. 

Lucas mordió mi labio inferior de forma delicada momentos antes de retirar su boca. Posteriormente me soltó las manos. Quedó parado delante de mí, observándome con soberbia. Abrió la boca para decirme algo.

—¡¿Cómo te atreviste?!—Grité antes de Lucas pudiese pronunciar palabra alguna.

Sin pensarlo mucho, le atiné una fuerte patada en los testículos. Él obviamente, dejó escapar un quejido agudo de dolor después de colocar su mano izquierda en la zona golpeada, con la otra su apoyó de la pared.

—Eres un hueso duro de roer—expresó con la voz chillona y casi quedándose sin fuerzas. Su cara se puso muy roja— Pero no te preocupes, yo amo los retos.

No contesté a eso. Corrí hacia la salida dejándolo atrás, retorciéndose debido al fuerte dolor en su entrepierna.

Leia este capítulo gratuitamente no aplicativo >

Capítulos relacionados

Último capítulo