Capítulo 2 "Un tutor arrogante"

Cuando ingresé en ese nuevo mundo creí que todo iba a estar bien y que en poco tiempo haría nuevos amigos. Los primeros tres días algunos chicos y chicas me hablaron. Mayormente para preguntarme cosas del mundo real. Un mundo sin limosinas, sin mayordomos, ni cuentas bancarias en Suiza. Yo estaba feliz de contarles como era la vida fuera de sus burbujas, pero misteriosamente, después de esos tres maravillosos días pasó mucho tiempo antes de que alguien me dedicara la palabra. Eso me resultó muy extraño. Era casi como si temieran por acercarse.

Comencé a sentir que algo así como un manto negro que se extendía sobre mí cada vez que pisaba ese lugar. En él las horas pasaban arrastrándose. Era difícil no sentirme incómoda. ¿Sabes lo complicado que era mantener mi salud mental metida ahí, sin querer estarlo, sin adaptación, sin amigos?

Esa escuela para mí era desesperante y, no solo la escuela: los profesores,  los alumnos, las clases, los pasillos, los baños, la cocina…

Todo lo que se encontrara dentro de esos cinco kilómetros cuadrados era extremadamente odioso. Odiaba esa palacio repleto de "príncipes" y "princesas" presumidos.

Sin embargo he de admitir que no todo era malo. Para contrarrestar lo negativo que veía en ese lugar había algo muy positivo: muchos chicos irresistiblemente guapos. Obviamente no aspiraba a tener algo serio con ninguno, pero eso no me impedía mirarlos de reojo. Era genial notar como en algunos el uniforme se adhería a sus figuras atléticas, como se peinaban metiendo sus dedos en aquellos magistrales cabellos o como caminaban con paso seguro por los pasillos con sus mochilas colgándoles de un solo hombro.

En mi salón, uno de los chicos que más destacaba era Lucas Miller.

Él, no era el típico chico sexy que reprueba todas la asignaturas excepto gimnasia y que necesita que le ayuden con los estudios para que no repruebe el año. Al contrario, es extremadamente listo y un experto en casi todo lo que se ha propuesto a aprender. Cuenta con un metro con ochenta centímetros de alto, cabellera dorada y ojos de un muy brillante color café (que oculta tras lentes de contacto azules de vez en cuando). Es delgado, pero con un cuerpo bien moldeado y lleno de músculos bien definidos, resultado de las muchas horas que le dedica a el ejercicio físico.

A diferencia de mí, no es amante de la comida rápida (no sabe lo que es vivir) y práctica muchos deportes entre ellos natación, esgrima, karate y al ser hombre no podía faltar, fútbol.

Siempre se le ve con sus tres mejores amigos: Michael, Dylan y Lisa.

Michael Joshon es chico fuerte, robusto, con pelo negro y ojos color ámbar. Su familia tiene bajo su poder varios resturantes, casinos y fábricas de calzado.

Dylan Campbell, chico delgado de cabello rizado, castaño oscuro. Su rostro angelical, está adornado con unos muy bonitos ojos celestes. Es el heredero de una de las más importantes agencias de modelaje del mundo. Sus padres son los dueños de varios negocios inmobiliarios, restaurantes y de empresas de fabricación de piezas para la aeronáutica.

Lisa Foxtrot es una chica de piel muy clara. Esbelta, con cuerpo bien proporcionado. Su largo cabello es castaño claro con reflejos dorados artificiales. Sus facciones son delicadas y cuenta con unos hermosos ojos plateados.

El padre de Lisa es un magnate del petróleo. Hay quienes creen que su fortuna se debe además a negocios relacionados con el narcotráfico y con la mafia, pero eso son solo rumores.

Lucas era un sujeto bastante codiciado. Muchas de las chicas de la preparatoria soñaban con casarse con él para unir las fortunas de sus respectivas familias y luego divorciarse para quedarse con la mitad de los bienes. Otras, solo querían una noche de sexo intenso. Volverlo loco de placer, tanto que él olvidara que el condón estuviese roto o que no se lo había puesto en primer lugar. La idea era que Lucas eyaculará en sus entrañas, después de nueve meses tener un bebé y vivir de la manutención que debería darle el padre al niño hasta que fuera mayor de edad.

Sé que suena raro, pero esas eran algunas de las fantasías que escuchaba mencionar mientras estaba cumpliendo mi papel de fantasma.

No sé lo que piensen los demás, pero yo considero que ese deseo de hacerlo padre para después vivir del niño es un poco de mujerzuela barata y mala madre.

Aunque nunca lo había mirado más de dos segundo seguidos, ni dos veces durante el día. Cuando mejor lucía era luego de la clase de gimnasia. Después de tomar una ducha para deshacerse del olor a sudor, se vestía con el uniforme nuevamente. Con su cuerpo aún húmedo la camisa se transparentaba un poco y exhibía de forma sutil ese dorso, esa espalda y esos brazos de deportista que tiene.

Debido a todos los problemas que tuve con el proceso de adaptación mis notas comenzaron a descender.

La directora me advirtió que si no mantenía el rango de calificaciones establecido perdería el derecho de estar ahí. A pesar de que sonaba tentadora la posibilidad de volver a mi antigua vida, no me resultó gracioso pensar que eso conllevaría a que mi acumulado se arrastrara por los suelos. Decidí ser fuerte y proponerme a mí misma mejorar. Puse un poco más de empeño al estudio y al hecho de acostumbrarme a estar en mi nueva escuela.

Lo curioso fue la solución que le dio mi directora al asunto. Ella me preguntó ¿sabes quién es Lucas?, a lo que respondí que sí. Lo siguiente que afirmó me impactó un poco "pues ya tienes a un tutor para que guíe tu estudio" luego se fue dejándome parada en medio del pasillo, estupefacta. "¿Qué?" hablé sola cuando logré recuperar el aliento"¿Lucas va guiar mi estudio? ¿Ese tipo arrogante va a ayudarme?"

La idea no me terminaba de agradar, ni me la terminaba de creer; pero mentiría si dijera que no me alegré un poco. Pensé que al recibir tutorías de uno de los chicos más populares de la escuela al fín lograría encajar. Creí en ese momento, que incluso podíamos llegar a ser amigos, pero nada más lejos de la verdad.

Aún recuerdo cuando Lucas se enteró. Su expresión no fue de agrado, ni sus palabras tampoco "veo que todo lo podrido de la escuela termina recayendo sobre mí".

Nuestra relación fue durante un par de meses única y exclusivamente de tutor-reprobada pero solamente fuera del horario escolar. Durante el horario de clases pasaba de mí como si tuviese sarna o algo peor. Cuando estaba rodeado de sus queridos amigos fingía no conocerme. Prácticamente no hablábamos.

Todos los días, después de las clases, teníamos que vernos en la biblioteca de la escuela para que él me "ayudara" a repasar las diferentes y muy diversas temáticas de las asignaturas.

Ayudar era lo que menos hacía. De hecho, estableció un ordenado patrón de acciones que repetía todos los días:

1-Él llegaba una o dos horas tarde a la biblioteca.

2-Se sentaba en una silla bastante lejos de mí.

3-Hacía cualquier cosa inútil durante diez minutos, aproximadamente. A veces leía, otras hacía aviones, tiraba pelotas del papel al aire o simplemente se balenceaba en la silla masticando un chicle.

4-Se acercaba a mí con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones de su uniforme y me decía "fue un placer ayudarte, de nada".

5-Se iba dejando la puerta abierta.

Así era todos los días. Yo trataba de mirarlo lo menos posible o de nisiquiera mirarlo para prestar la mayor atención a los temas que necesitaba estudiar. No podía seguir reprobando porque sería expulsada. Mi promedio de notas caería y mis padres perderían los cinco mil dólares que tienen que pagar, cada tres meses para que yo conserve la matrícula.

Tampoco me quejaba.

No podía decir que Lucas era un bueno para nada como profesor porque de esa manera los alumnos en general y sus fans en particular, en vez de ignorarme me iban a hacer la vida un infierno dentro y fuera de la escuela. No estaba dispuesta a sufrir de bullying por culpa de él.

Mi afán de ignorarlo era increíble, mas hay un dicho que dice que una mano lava a la otra y las dos lavan la cara.  Incurrí en una situación en la que realmente necesité de su ayuda.

Tenía que aprender conceptos y ejercicios muy importantes para una prueba de Química que teníamos al día siguiente, pero por más que lo intentaba no lograba entender la mayoría de esos temas.

Lucas se acercó a mí para decirme que fue genial ayudarme. Posteriormente caminó en dirección a la puerta para cumplir el quinto paso ósea, irse dejando la abierta de par en par.

—¿Por una sola vez en la vida pudieras hacer las cosas bien? Eres tan engreído que vienes y me dices "fue un placer ayudarte, no me agradezcas" y nunca te has molestado por ser un buen compañero—le dije sin levantar la vista de mis libros. Luego alcé la mirada.

Él quedó parado frente a la puerta.

—¿Perdón?—usó su tono de arrogancia, sin siquiera voltearse—¿Me estás hablando a mí?

Tengo que admitir que me impactó su respuesta. Tragué grueso.

—Claro que te estoy hablando a ti imbécil ¿acaso ves a alguien más aquí?—tengo que admitir que tengo también un buen par de ovarios.

—No tienes que ser tan grosera—giró lentamente sobre su eje.

—Yo dejaré de ser "grosera" si tú dejas de ser tan soberbio—le pedí algo imposible en ese momento.

Lucas dibujó una sonrisa chueca en su rostro. Mostró así su impecable dentadura.

—¿Estás intentando negociar conmigo?

 —Para nada. Yo, contigo, quiero el mínimo roce.

—Pues, vas por mal camino.

Puse los ojos en blanco, irritada.

—Te asignaron como mi compañero de estudios ¿Pudieras, por una vez ayudarme de verdad?—alzó una ceja—No es tan difícil. Sólo necesito que me expliques un tema de...

—¡Cállate!

Dejé de hablar y lo miré con rabia—¿Qué?

—¡Qué dejes de hablar!

—Muchachito insolente y presumido ¿Quién te crees que eres para decirme que haga silencio?

—¿Qué quién soy?—Sonrió de forma chueca y eso me sacó aún más de mis casillas—Das pena pequeña, aún no sabes dónde estás metida.

—Pues en una escuela diría yo.

—Una escuela para personas de la alta sociedad. Los adolescente que hay aquí tienen al menos un millón de dólares en el banco. ¿Cuántos tienes tú?

—¡Eso no te incumbe!

—Seguramente tu familia no tiene ahorrados ni cien mil dólares.

—¿Cuál es el objetivo de esta conversación?¿Recordarme que eres millonario? Eso lo sabía hace tiempo, así que deberías ahorrar tu valiosa saliva.

—Veo que no conoces tu lugar.

Suspiré para calmarme

—Niño de oro, tú tienes la vida resuelta, pero yo tengo que aprobar para poder llegar a ser alguien en la vida. La gente en el mundo real primero estudia; y luego trabaja para no morir de hambre ¿Lo entiendes?

—Estás perdiendo tu tiempo aquí-hizo una pausa—Lo olvidaba, tu tiempo no vale nada—soltó una leve risa.

Yo tenía unas colosales ganas de matarlo en ese momento por darme unas repuestas tan bruscas y tan poco gentiles. ¿Quién se creyó para hablarme así?

Canalicé mi ira mientras repetía para mis adentros "cálmate, cálmate y no le metas el lápiz en el cuello, por ahora"

Miller caminó hacia mí manteniendo sus manos guardadas en los bolsillos de sus pantalones. En pocos pasos lo tuve delante. Entre él y yo solo se interponía la mesa.

—¿Sabes qué?—le dije haciendo un gesto de desprecio con la mano—olvídalo. Ya me las arreglaré sola. Error mío el de pedirte ayuda.

—¡Haz silencio! Ya te dije que tu voz me irrita.

—Entonces vete, para que no tengas que escucharla.

—Además, hace un momento, cuando estaba sentado lejos de ti, no vine ayudarte porque pensé que lo tenías todo bajo control.

—¡No seas cínico!—Di un golpe sobre la mesa, tan fuerte que hizo eco en la biblioteca—¡Ayudarme era tu deber!

—¿Deber? No, te equivocas.

—¿Entonces para que vienes a la biblioteca a diario?

Inclinó hacia la mesa, se apoyó sobre sus manos, acercó su rostro al mío.

Sonrió nuevamente.

—Para motivarte con mi presencia, princesa.

¿Princesa?

Un escalofrío nació en mi columna. Recorrió todo mi interior y murió en las puntas de los dedos de mis pies. Lucía realmente intimidante visto así de cerca. Mis piernas comenzaron a temblar y mis manos sudaban tanto que no podía sostener el lápiz correctamente. Aún así puse mi frente en alto. Le hablé con un tono de voz fortísimo que ocultó mi inseguridad.

—¡Yo no necesito motivación, ni tu presencia, necesito pasar el examen de mañana con una buena calificación! ¡Y si vas a estar aquí para ofenderme mejor será que te multipliques por cero.

Lucas apretó sus labios. Giró los ojos y suspiró con fuerza.

—Está bien, si para ti aprobar es tan importante te voy a ayudar.

—¿Qué debo hacer ahora?—utilicé un poco de sarcasmo—¿Aplaudirte, verdad?

—Si quieres me voy.

—Ahí está la puerta.

—Tranquila—otra vez dejó ver su sonrisa—estaba bromeando. Realmente lo voy a hacer porque me demostraste que eres una niña ruda, pero tienes que estar callada porque si no, me desconcentro ¿ok?—asentí moviendo la cabeza—Veo que aprendes rápido, eso es bueno porque no te explicaré nada más de dos veces.

Esa frase de "sólo porque eres una niña ruda" me gustó mucho y subió mi ego a la estratósfera. Estaba tan feliz de que me ayudara que decidí ser obediente y no hablar. No me iba a arriesgar a que ese bueno para nada me dejara la explicación a medias.

Se sentó junto a mí. Muy cerca, para que pudiera verlo y escucharlo a la perfección. Entendí todo en poco tiempo.

Al día siguiente vi el exámen tan fácil que lo hice rápido y muy confiada. Después de aquella ocasión empecé con mi propia rutina:

1- Lo veía llegar tarde.

2-Lo ignoraba mientras estaba sentado lejos de mí.

3-Si necesitaba su ayuda le pedía que se acercase y él acudía de mala gana a mi llamado.

4-Permacía en silencio, atenta a su explicación.

5-Cuando entendía todo, me quedaba haciendo algunos ejercicios del libro mientras lo escuchaba irse.

Esos eran los breves momentos en los que le hablaba. En horario escolar pasaba por su lado y fingía que no existía. Aprendí a ser un poco como él.

Si tú me ignoras, yo te ignoro. Así de sencillo.

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