Engendro del Mal
Engendro del Mal
Por: Pachecole
Capítulo I

Aquel hombre, con el rostro desfigurado por la ira, caminó con pasos firmes el espacio que lo separaba de aquellos: la razón de su vida incierta. Se iba aproximando hasta donde ellos estaban. Lo impulsaba la decisión tomada sin pensar en las consecuencias. Sólo tres disparos le bastaron al destino para trastocarle la vida a los presentes y para generar un trauma imposible de borrar.  

Desde hacía muy poco tiempo que en su mente se había fraguado la idea. Sí. La idea quizás era un engendro, como también lo habían sido los actos a partir del cual se definirían sus fatales resultados. Hubo la predisposición y la oportunidad. Se escucharon tres tiros cuyos  impactos fueron certeros, Los sonidos, cual eco,  se escucharán durante mucho tiempo en la mente de los que allí se encontraban presentes, dando pie a la reconstrucción de esta y otras historias.

Tres disparos; tres monstruosas detonaciones que dejarían sobre el piso del majestuoso salón de baile del Círculo Militar, tres conchas servidas con sus fulminantes percutidos, tres balas que salieron proyectadas de un arma; las mismas que iniciaron su recorrido a lo largo de un cañón hacía mucho tiempo atrás. Ellas fueron hiriendo el espacio vacío entre arma y objetivo antes de causar los acertados impactos, dejando tres orificios fatales en lo que serían su blanco; tres fogonazos que serían suficientes para la desgracia de algunos presentes y de los que estando ausentes, se relacionaban con el tirador y las víctimas. No sólo una, ni tres, ni cuatro, sino muchas víctimas, porque a final de cuentas son víctimas todas las almas que directa e indirectamente habrían de sentir el efecto causado por los actos que provocaron tal reacción y procuraron como consecuencia esos disparos.

  Toda historia tiene un comienzo, un lugar, unas personas involucradas, los hechos, sus circunstancias y sus consecuencias. Con tres disparos de un arma de fuego. Así pudiera comenzar esta historia, o mejor dicho, quizás así termina, donde el Inspector Jefe Marcos Aurelio Borrel García fue el epicentro, su protagonista, actor y víctima.

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