Alex dio un paso más cerca del agente en contra y lo miró a los ojos.
—Te mata que no tienes pruebas en mi contra.
—Tenías motivos y oportunidad, solo falta que lo confieses —respondió el agente.
—James Foster era un desgraciado, a todo el mundo traicionaba, enemigos le sobraban.
— ¿Y por eso pensaste que lo dejaríamos pasar? —espetó el agente.
—Dejaron que la policía se involucrara y yo fui humillado públicamente por su incapacidad, es un descaro que encima sin pruebas me acusen—espetó Alex.
—No nos interesó la muerte de James Foster porque creímos que nos llevaría a alguna parte —decretó la mujer para que Alex y el agente dejaran de discutir—. Pero como fiscal tengo la necesidad de aclarar que usted no tiene permiso de matar a todo el que se la juega.
Alex rio con ironía.
—Ya que no me van a acusar de ese crimen…
—Por ahora —espetó la fiscal.
—Les agradezco que me hayan rescatado —dijo Alex con ironía—, ahora tengo que regresar a mi vida, tengo mucho t