Pronto el agua comenzó a agitarse debido a nuestros movimientos, me arqueé hacia atrás y Zahid llevó uno de mis senos a su boca.
—Estás deliciosa —él lamió mi areola y luego el pezón —ahora vámonos de aquí.
Él me sacó del agua y me cargó mientras mis piernas rodeaban su cintura, podía sentir su erección rozando mis nalgas y esto solo me calentaba más. Sus pasos eran rápidos y pronto estuvimos en una habitación.
—Aquí estaremos más cómodos —él habló por primera vez y se separó de mis labios —te voy a coger como nunca antes.
El suave colchón me recibió y mi cuerpo se amoldaba a la perfección, luego Zahid como si fuera un león detrás de su presa se puso encima de mí. Con sus amplias manos tomó mis piernas y me penetró, él comenzó a embestir con tal fuerza que me tuve que aferrar a las sábanas.
—Más rápido —pedía mientras mis nudillos se ponían blanco —tócame aquí.
Tomé su mano y la llevé a mi clítoris, él comenzó a mover esta zona en círculos y sentía que estaba al borde de la locura.
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