61.

En ese momento siente como el calor inunda su rostro y sus mejillas se vuelven completamente rojas, además de susto un poco de pena, “Mariano, te hacía ya en oficina… Y no, no eres invisible, estaba perdida en mis pensamientos.”

Mariano le sonríe y soba su cabeza, “Debo recordarle Srita. del Bosco que me sedó para dormir toda la noche.”

“Vamos, así como que sedar… pues no.

Te di una ayudadita, ya sé que hoy no tenías nada urgente y te veías realmente agotado.” La última frase la dice con unos ojos de cachorro arrepentido luego de una travesura.

Mariano exhala y se dibuja un débil sonrisa en su rostro, “En realidad debo agradecerte. Ahora me siento mucho mejor y y no tengo el nudo que traía.”

Matilda extiende su mano para tocar su cuello y sonríe, “nada mal. Primera vez qu

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