Cuando volvimos a la laguna, ya los chicos estaban vistiéndose, y de pronto, cuatro pares de ojos nos miraban acusatoriamente. Thomas había dejado de retorcer su camiseta, —que por alguna extraña razón ahora estaba completamente empapada— y ahora miraba de Gael a mí, y luego a Gael. Su ceja derecha se alzó más allá de su frente, y una sospechosa sonrisa se dibujó en sus labios mientras intercambiaba miradas con Gael.
—¿Dónde estaban? —preguntó Sky, entrecerrando los ojos en mi dirección.
Los latidos de mi corazón comenzaron a acelerarse nuevamente, pero ahora con motivos totalmente distintos a los de antes; no iba a decirles que prácticamente estaba por perder mi virginidad con Gael en el camino.
—Bueno... este... —mierda, cuando comenzaba a decir incoherencias no era nada bueno; a este punto era mejor cerrar la boca antes de comenzar a soltar toda la sopa a causa de los nervios.
Codee a Gael, en busca de ayud