Como hubiera anticipado Hortensia, las bolsas de té, humedecidas y algo tibias, funcionaron y, en quince minutos, el rostro de Valeria volvía a ser el de antes.
—Mejor no te apliques maquillaje —dijo Hortensia—. Igual así te ves muy bien. Creo que ya puedes regresar.
Valeria agradeció a Hortensia el tratamiento que le había aplicado y, al mirarse con un espejo de mano, comprobó que la secretaria no se equivocaba, o exageraba. El té no solo había aliviado la hinchazón, sino que también había tenido un efecto restaurador que ahora le confería a sus ojos un tipo especial de delineado natural que Valeria no había visto antes. Ahora más segura de sí misma, y decidida a confrontar a Franco por las palabras crueles con las que la habí