Raúl, el que fuera el mejor amigo de Franco en su época universitaria, no fue difícil de encontrar y bastó con escribir por Facebook para concertar un encuentro en la tarde. También era abogado, había estudiado con Franco y ahora dirigía su propia oficina, no tan prestigiosa y pudiente como la firma de Carrizosa y Asociados, pero sí lo suficiente para que Valeria considerara que, en caso de enfrentarse a su suegro se viera despedida, podría quizá encontrar un lugar allí.
—No me puedo creer que Frank esté pensando en casarse —dijo Raúl cuando recibió a las dos jóvenes en su oficina—. ¿Cuánto te queda para ir al hospital?
Antes de preguntar lo que en realidad le interesaba y la había llevado hasta allí, Valer