POV SEBASTIANO
La mañana transcurría tranquila hasta que el timbre resonó por toda la casa. Fruncí el ceño. Era temprano para visitas inesperadas y las señoras del servicio tenían el día libre hoy. Dejé la taza de café en la mesa y me dirigí hacia la puerta. Cuando la abrí, ahí estaba mi madre, de pie en el umbral con una expresión que mezclaba irritación y determinación.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, directo, sin molestia aparente pero con la frialdad que siempre marcaba nuestras interacciones.
Ella entró sin esperar una invitación, sus tacones resonando contra el mármol del piso. Cerré la puerta y la seguí hasta la sala, donde se sentó con la espalda recta, proyectando la misma autoridad que siempre había intentado imponer, incluso cuando sabía que ya no tenía ningún control sobre mí.
—Tenemos que hablar, Sebastiano —anunció, cruzando las piernas con elegancia.
Me apoyé contra el marco de la puerta, cruzando los brazos.
—Adelante, te escucho.
—He estado recibiendo llamadas de extorsi