La puerta se abre ligeramente y me reciben con sorpresa esos ojos dorados. Me meto en el reducido espacio sin que me haya invitado a pasar. Es más pequeño de lo que esperaba.
—¿Samantha? —pregunta Niko con una sonrisa pícara, sabiendo lo que hago aquí, pero esperando de todos modos a que sea yo quién se lo explique.
Me abrazo a su cuello y lo atraigo hacia mí, besándolo con pasión; admito que me siento nerviosa, pero su boca lentamente comienza a intoxicarme con lujuria y vibro con sus caricias. Mis manos recorren su cuerpo y se detienen en su pantalón, con insistencia lo desabrocho y busco dentro de sus ropas lo que anhelo. Tomo su miembro entre mis manos, firme y suave a la vez, haciendo que Nikolai levante el rostro y apriete los dientes.
—Shhh… Nos van a escuchar —digo divertida y lleno su cuello de besos suaves y pasionales.
—Samantha… me estás matando. —Su voz sale entrecortada.
Verlo de esa forma, conteniendo su deseo, sucumbiendo y vol