—Apenas regresó a mis brazos mi pequeña Samantha y volverá a irse. —Catalina baja la mirada y sonríe con tristeza.
—No será así —digo intentando consolarla.
—Prométeme que podré verlas cuando yo quiera y cuando ellas quieran estar con nosotros no las detendrás —suplica como una madre con el corazón roto.
—Así será, le doy mi palabra.
Toma mi rostro entre sus manos y besa mi frente con cariño, agradecida.
—Tu madre cuidó de mi hija cuando estuvo a punto de perder la vida siendo una bebé, ahora yo le estoy regresando el favor al intervenir y convencer a Bartolomé de que no te mate, mi deuda está saldada.
—Así es.
—Báñate e intenta no despertarlas. —Sale del baño dejándome solo con mi dolor físico, pero con mucha paz mental.
Me despojo de toda mi ropa y me meto bajo el chorro de agua, limpiando la sangre seca de mis heridas, anhelando fervientemente buscar a Samantha y estrecharla entre mis brazos, es lo único que necesito