—Samantha… —La voz de Nikolai baja un par de niveles volviéndose más grave y arrepentida.
Le arrebato mi pijama de las manos y lo empujo por el pecho sacándolo del baño.
—Lamento que las cosas hayan sido así —digo conteniendo mi furia, pero sin poder verlo a los ojos porque voy a llorar—. Tengo que bañarme, ¿te parece si hablamos de esto en la tarde o en la noche que la niña esté dormida? No quiero que nos escuche discutir.
Sin esperar su respuesta cierro la puerta y me pongo contra ella como si temiera que la volviera a abrir. Puedo sentir su presencia aun del otro lado, dudando si irse o quedarse. Cierro mis ojos rogando porque me deje en paz, que se vaya y me deje pensar. Así lo hace. Sus pasos se alejan del baño; me deslizo por la puerta y dejo que las lágrimas fluyan con libertar por mi rostro en cuanto termino sentada en el piso. ¿