Capitulo 23. Secuestrada y de parto

Así que el idiota del guardaespaldas había decidido salir por la noche, lo sabía, sabía que el algún momento se cansaría de cuidar a la embarazada pensó Gina, mirando al joven salir de la mansión de Antoni.  Ese era el momento perfecto. La mujer estaba desprotegida. Y para mejorar su suerte, vio como Antoni también abandona la casa. Sonrió de oreja a oreja. Todo estaba a su favor. Pondría en marcha su plan esa misma noche.

Andrómeda lloraba desconsoladamente en su habitación, sola, sin que nadie la consolara o al menos le dijera que todo estaría bien. Pero Antoni, los celos le había cegado los ojos, y su amigo solo empeoraba las cosas. Solo quería paz, no quería peleas o desconfianzas. Dándole la espalda a la puerta mientras admiraba la belleza que tenía delante de sus ojos. Estaba comenzando a sentir sueño, había llorado tant

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