Russell pudo sentir el poder de la atracción que era capaz de controlar su raciocinio, estaba ahí, muriendo por besar aquellos labios.
—¿Hola?
La voz de Marina le devolvió el juicio, soltó a la joven que estaba tan confusa, nerviosa, retrocedió aturdida.
Russell abrió la puerta, Marina había quitado la silla.
—¿Qué pasó? Vi una silla impidiendo que se abriera la puerta, y me extrañé mucho —cuando ella alzó la mirada y vio a Victoria ahí, se quedó sorprendida.
—Sí, fueron los niños, hicieron una travesura, debo hablar con los gemelos, dame un segundo, ya vuelvo.
Russell salió rumbo al jardín.
—¿Todo está bien, Victoria?
Ella estaba nerviosa, sintió sus manos temblorosas.
—Ah… sí, es que los niños nos dieron un buen susto.
—Pero ¿Cómo es que terminaron dentro del baño?
—Bueno… es que, yo iba a salir, él entró, fue una confusión, y luego, los niños hicieron esa travesura.
Marina sonrió
—¿Te parece si seguimos con el trabajo? —preguntó Victoria
Marina asintió y fue a su lado.