Llegaron a la habitación, estaba oscura, las niñas seguían en la pijamada, debían recogerlos hasta mañana a las diez.
—Ni siquiera nos despedimos de nadie en el bar.
—¿Te preocupa tanto el señor Hesmer? Porque a mí me importa un rábano.
Ella rio de él.
—¿Por qué eres tan celoso? Cualquiera pensaría que el gran CEO Vicent debe ser seguro de sí mismo, con una lista enormes de mujeres a las que llamar, reemplazando a la anterior.
Él se acercó a ella, su mirada era limpia que la hizo sonreír
—No quiero nada de eso, ninguna lista interminable de mujeres, no quiero traidoras, solo te quiero a ti, ¿Es mucho decir? Y tengo miedo, Marina, sí, detrás de esa fachada de gran CEO, soy una mentira, tengo miedo a perderte, como ves, soy solo un hombre, no soy el mejor del mundo, tal vez, ese tal Russell sea mejor en muchos aspectos, pero, si me das una oportunidad, te demostraré que nadie te va a amar más que yo.
Ella se quedó perpleja, nunca escuchó hablar a ese hombre así, parecía que escuch