Encerrada con él.

Los miembros de la SWSO acceden a las instalaciones y son recibidos por un comité de bienvenida, encabezado por el director general. Este último, con una expresión de satisfacción, observa con orgullo el acercamiento de sus agentes. Manteniéndose al frente, el director espera con expectación a que lleguen a su posición, mientras detrás de él se alinea una impresionante formación de agentes en posición militar. Al llegar frente al director, los recién llegados detienen su avance como muestra de respeto.

— Misión cumplida señor — habla el jefe de escuadra cuando está en frente de él.

— Buen trabajo agentes, una vez más han puesto el nombre de la agencia en alto. — le responde el director — Pueden proceder y tomar su merecido descanso por hoy.

— Gracias, señor.

El director hizo una señal para que se retiren y los agentes inmediatamente se marcharon, llevando al criminal consigo y entregándolo a los agentes encargados de llevarlo a la celda correspondiente para él.

Los agentes especiales se dispersaron al recibir autorización del jefe de la operación, quedando así únicamente la escuadra de agentes élite que encabezaba la misión.

La SWSO está compuesta por agentes especiales cuyas habilidades van más allá de lo convencional, siendo seleccionados con escrutinio meticuloso entre aquellos dotados de aptitudes extraordinarias.

Estos agentes especiales, hábiles en diversas disciplinas, se unen para afrontar peligros que amenazan la estabilidad global. Sin embargo, entre ellos destacan los legendarios “Agentes Élite”, individuos cuya formación inicia desde la infancia, alcanzando la perfección en sus habilidades o poseyendo destrezas asombrosas.

Estos Agentes Élite son la última línea de defensa ante amenazas que superan las fronteras nacionales. Agrupados en siete escuadras únicas, cada una compuesta por un agente cibernético, un doctor científico, un estratega maestro y un agente de campo intrépido, se despliegan por el mundo para abordar crisis de alcance global.

La maestría técnica del agente cibernético, la mente brillante del doctor científico, la sagacidad del estratega y la valentía del agente de campo se combinan para formar un equipo imparable. Estas escuadras élite no solo enfrentan amenazas tangibles, sino también aquellas que se esconden en la oscuridad cibernética, en los rincones más profundos de la ciencia y en los entresijos de la estrategia global.

Cada escuadra élite dispone de un número de tropas de agentes especiales determinado para cumplir con cada misión, en caso de ser necesario, si la misión no requiere apoyo la escuadra toma lugar en ella de manera individual.

La escuadra a la cual pertenece Daia está formada por Rubén Gutiérrez como jefe de escuadra, Diana Gautier como agente cibernética, Leslie Navarro como doctora científica y, por supuesto, Daia Walton como agente de campo. Los cuatro se despiden tras coordinar ciertos puntos necesarios para la próxima reunión.

Todos continúan su camino; dado que les aguarda un día completo de descanso, Daia opta por dirigirse directamente a su habitación en las instalaciones para refrescarse y relajarse. Al entrar, busca la indumentaria que tiene en mente, ya que al estar libre de obligaciones no precisa llevar el uniforme de la agencia. Se decide por unos jeans ajustados, una blusa de tirantes negra, una chaqueta y unas botas del mismo color.

En el baño, deja caer el vestido que aún lleva, se despoja de la ropa interior y entra en la ducha. La sensación del agua golpeando su piel provoca un suspiro ligero; las tensiones comienzan a disolverse, y el estrés disminuye al liberarse, aunque sea momentáneamente, de todas sus preocupaciones.

Sin embargo, este breve momento de despreocupación se ve interrumpido cuando algo o más bien, alguien se cruza en su mente: Sirio Russo. Los recuerdos de la noche anterior, cuando capturó a ese criminal, se infiltran en sus pensamientos. Las miradas psicópatas de Russo la estremecen, como si estuviera imaginando las formas más oscuras de tortura. Quizás sea por haberlo atrapado o simplemente por su naturaleza psicópata, dispuesto a matar por puro placer.

Después de finalizar su baño, la agente sale de la ducha envuelta en una toalla y procede a vestirse para dar una vuelta por los alrededores, observando cómo está el ambiente en la agencia. Mientras recorre los amplios pasillos de las instalaciones, varios agentes especiales la miran con admiración. Es considerada la agente de campo más completa de todos los Tiempos; desde su nacimiento, fue elegida para ser la mejor y está cumpliendo esa expectativa con creces. En sus misiones, se destaca como un prodigio, lo que le ha valido elogios incluso por parte de los miembros del consejo.

Luego de unos minutos, Daia logra divisar a Britney, su prima, la hija del hermano de su padre. La joven de 17 años tiene un gran parecido con ella; su cabello negro cae elegantemente hasta la cintura, su piel es tan blanca como la porcelana, y posee unos ojos azules hechizantes, las facciones de su cara son bastantes similares a las de Daia.

— Brit — saluda al llegar hasta ella — ¿Qué haces?

Britney abraza a su prima con entusiasmo — he escuchado lo que pasó — dice emocionada — ¡Haz atrapado a la criminal más peligroso del mundo!

— Bueno… — Daia no estaba completamente segura de haberlo atrapado, después de todo hacerlo resultó demasiado fácil, lo que claramente no pasó desapercibido — digamos que si.

— Quiero verlo, dicen que es guapo.

— Esto no es un zoológico y los presos no son animales — la regaña — no es correcto ir a verlos sin un motivo aparente.

— Ay por favor, solo por una vez — insistió.

Britney era un agente especial, pero no pertenecía a la élite, por lo que había ciertas áreas a las cuales no tenía acceso a menos que estuviese acompañada del personal autorizado o de algún agente élite.

Daia lo pensó por algunos segundos, esta era la excusa perfecta para volver a ver a Russo, no podía negarse a si misma que aquel hombre la inquietaba, le arrancaba la tranquilidad y se apoderaba de sus pensamientos.

— Está bien — decidió ceder.

La joven soltó un pequeño grito emocionado, y ambas comenzaron su camino hacia el área de máxima seguridad, donde se encontraban las mayores amenazas a nivel mundial. Frente a la enorme puerta blindada, Daia coloca su mano en el sensor de huellas dactilares, esperando que sea escaneada. Luego, habla por el micrófono, identificándose y murmurando su ID de agente, para finalmente completar el proceso al pasar su tarjeta de agente élite y digitar su contraseña.

Las puertas emiten un sonido mecánico y se abren automáticamente, permitiéndoles el paso. Detrás de la puerta, hay cuatro guardias en cada extremo, todos armados y listos para cualquier emergencia. Al entrar, Britney examina todo con la mirada; es la primera vez que camina en el área de máxima seguridad, así que quiere prestar la mayor atención posible.

Cuando llegan a la celda del criminal que pretendían visitar, la expresión de Daia refleja preocupación. El criminal no está en su celda; en su lugar, hay cuatro personas aparentemente reparando algo en la puerta.

— ¿Dónde está el recluso de esta celda? — interroga Daia con voz imponente, sin siquiera saludar.

— La puerta tenía un problema, por lo que tuvimos que llevarlo a otra celda mientras lo resolvemos — contesta uno de ellos, con cierto temor por la actitud de la agente.

— ¿A cuál celda lo llevaron si se puede saber?

— A la celda de el Buitre.

— ¿Qué diablos? — suelta por las emociones que la iniciaban a invadir.

Britney no comprendía que sucedía, por qué su prima parecía tan enojada con las personas que solo hacían su trabajo, pero quizás no lo descubriría en aquel momento, ya que recibió un llamado mediante su dispositivo de comunicación.

— Debo irme.

— Tú — la mujer enfurecida señala al chico con el que había estado hablando — llévala afuera, los demás terminen el maldito trabajo y recen porque no suceda nada malo porque yo misma me encargo de hacer que reciban su merecido.

Daia se voltea rápidamente y se dirige hacia la celda indicada. Sabía perfectamente que dos criminales de tal magnitud no debían compartir una sola habitación, ya que sería un desastre. Al llegar a la celda, mira por la ventanilla de la puerta y observa cómo Russo estrangula al Buitre con un tubo metálico que aparentemente arrancó de la cama.

Daia desliza su tarjeta en la puerta y coloca su mano en el sensor con rapidez. La puerta se abre de inmediato, y ella corre hacia los criminales.

— Russo, detente — le grita y se acerca para aplicarle una llave, pero no es necesario, ya que Russo suelta el metal de inmediato.

La voz de Daia penetra en los oídos del criminal como una hermosa melodía; podría reconocer la voz de su nueva presa en cualquier situación, lo que es suficiente para calmarlo. Deja caer el metal a un lado y se levanta, centrando toda su atención en la mujer que intentaba atacarlo pero que desistió al ver su cooperación. Daia se arroja al suelo para comprobar el pulso del hombre que yace desmayado.

— Agente Daia reportando, necesito que vengan a buscar al buitre y lo lleven a enfermería — dice en su dispositivo presionando el botón de alta prioridad.

Ella sube la mirada y se encuentra con esos intensos ojos negros que la observan como si fuese su platillo favorito, un escalofrío la recorre al sentir el terror invadirla, aquél hombre destilaba peligro en enormes cantidades.

— Como se te ocurra intentar ponerme un dedo encima, o hacer algo estúpido te muestro como es enfrentarte a alguien de tu calibre — a pesar del miedo que siente habla con seguridad.

— ¿Piensas que me darías pelea? — una sonrisa escalofriante se forma en su rostro — que ilusa.

La mujer pretendía responder, pero guardó silencio cuando varios agentes entraron en la habitación para llevarse al criminal que había sido agredido, ofreciéndole ayuda a la agente para escoltar al Psicópata hasta su celda, pero ella no aceptó la ayuda ya que con ella era más que suficiente para escoltarlo.

— Agente Daia — se identifica al hablarle a la persona encargada mediante su dispositivo — reduzcan las esposas de Russo para traslado.

En el centro de reclusión, cada recluso porta un par de esposas únicas, diseñadas con tecnología avanzada que garantiza su inmovilidad cuando es necesario. Estas esposas, una vez colocadas, no se retiran durante la estancia del criminal en la agencia; son controladas por un agente desde el centro de mando, proporcionando un nivel de seguridad sin precedentes.

El agente, desde su consola, tiene el control total sobre las esposas, permitiendo cierta movilidad durante traslados, interrogatorios u otras situaciones específicas. La tecnología integrada en las esposas permite ajustar la resistencia y restricciones de movimiento de forma remota, asegurando que los criminales estén siempre bajo control.

Una característica destacada de estas esposas es una extensa cadena que se guarda de manera ingeniosa en un pequeño compartimento, brindando mayor movilidad a los reclusos cuando se encuentran en sus celdas. Esta cadena, aunque extensa, se ajusta de manera eficiente para que los criminales estén siempre esposados y sean fácilmente dominables en cualquier momento.

Este enfoque tecnológico no solo refuerza la seguridad del centro, sino que también simplifica la gestión de los reclusos, asegurando un control preciso y evitando situaciones de riesgo.

El agente encargado recibe la orden y de inmediato procede a encoger las esposas, haciendo que la extensa cadena se guarde automáticamente.

— Andando — ordena la pelinegra y tomándolo del brazo.

El simplemente se deja guiar, no tiene las más mínimas intenciones de resistirse. Mientras atraviesan el área de máxima seguridad varios agentes observan, elogiando la valentía de Daia y expresando cierto temor hacia el criminal entre ellos.

Al llegar a la celda Daia observa como los técnicos recogen sus herramientas — ¿Ya está lista?

— Si, ya está — responde uno se los técnicos.

— Bien, adentro — hace un gesto para indicarle a Sirio mientras ve como los hombres se marchan.

Cuando sirio Ingresa ella lo sigue, entrando en la habitación para inspeccionarla y evitar que hayan cometido algún otro error. Mientras se asegura de que todo está en orden el criminal le da un leve empujoncito a la puerta que hace que se cierre, haciendo que Daia se ponga alerta de inmediato, al ver el peligro asechándola, la puerta no estaba diseñada para abrirse desde dentro, por lo que se había quedado atrapada con él en aquella celda.

Frase #3

Entre las sombras, mi obsesión se despierta al encontrarme con una pelinegra intrigante, una presa que deseo poseer no solo por atracción, sino también por el placer de hacerla sufrir. — Sirio Russo.

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