—¿Cuál es nuestra primera parada, jefe? — pregunto de buen ánimo.
Vamos caminando por la calle sin rumbo aparente, tomados de la mano en una mañana algo fría, pero preciosa de todos modos.
—¡Ja! Sabes que no me gusta que llames así, ¿o es que acaso debo recordarte cuál es mi nombre? Recuerda que tengo mis técnicas — me amenaza con una sonrisa y yo me echo a reír.
—Anda, ya dime a dónde vamos.
—Pues, lo primero que haremos será dar un recorrido en bote, si te parece bien.
Se gira para verme, con mi mano entre la suya, apretada contra su pecho.
—Suena fantástico — le sonrío y me quedo pensando en cómo fue que un hombre tan guapo como él pudo fijarse en mí.
Vamos, que no tengo baja autoestima, ni mucho menos, pero estoy segura que las mujeres con las que ha estado, po
—¡Ding! — el sonido de un correo recién llegado a mi bandeja de entrada llama mi atención.Es lunes y hoy ha sido un día bien intenso en la oficina, cargado de pendientes y mucho trabajo, propio del inicio de la semana, sin embargo, nada de eso es capaz de arruinar mi estado de ánimo, luego del mejor fin de semana de mi vida. Todavía lo pienso y tengo que pellizcarme para comprobar que fue real. Por ratos, me quedo colgada recordando y se me olvida lo que estoy haciendo.Ese es el efecto Andrés Navarro y deberías controlarte o meterás la pata en algo importante. Mi consciencia tan cruel me recrimina, pero nada me importa. Lo único que quiero es volver a verle, porque luego de una cena romántica en un pequeño restaurante de lo más típico, nos despedimos de Burdeos con los recuerdos más dulces, regresamos a Madrid y pasamos la noche en mi apartamen
La señorita súper modelo se encuentra sentada en una de las butacas del escritorio de Ruth, esperando, por lo visto, a que ella o el mismo Andrés aparezcan, aunque es obvio que está en búsqueda de este último. Vestida con un atuendo tan llamativo como ella, de pantalón y camisa blanca ajustados hasta más no poder, para resaltar su esbelto cuerpo, la veo aguardar con paciencia mientras juega con su cabello. Como el pasillo de mi oficina queda justo en frente de ella, no hay manera de que pueda retroceder o pasar sin ser vista, así que suelto una exhalación profunda y decido salir de esto de una buena vez. Tomo mi teléfono y finjo leer algo muy importante en él para que mis ojos no se crucen con los suyos, pero todo intento es en vano, porque tan pronto cruzo por el pasillo, ella me llama. —¡Eh, tú, muchacha! — dice despectivamente. Dudo un instante si detenerme o no. Primero, porque no tengo razones para ser amable con ella y segundo, porque su manera de trata
La veo sollozar otra vez y le ofrezco un pañuelo, tal y como me enseñó mi madre que un caballero debe comportarse. De entre todas las visitas que podría haber esperado, la de Fátima no era una de ellas. Primero, porque si tuviera un poquito de vergüenza, no se atrevería a volver a buscarme, luego del desplante que me hizo hace un año. En segundo lugar, porque en la fiesta de mi padre hace un par de semanas, le dije que entre ella y yo no había nada, que estaba conociendo a alguien más y lo mejor que podía hacer era quitarse del camino. Ahora que está aquí, no puedo terminar de imaginar qué es lo que quiere y tampoco es que esté muy interesado, en realidad, pero no me queda de otra más que encararla.Estoy de pie frente a mi escritorio, ambas manos apoyadas a los extremos de mi cuerpo, mientras ella se seca una lágrima traicionera que insiste en seguir saliendo.
Termino la jornada laboral a duras penas. Con la revoltosa visita de la ex de Andrés, se me quitaron todas las ganas de trabajar. Mi mente solo pensaba en qué rayos quería esa tonta y sobre todo, de qué pudieron haber hablado esos dos en la oficina. Traté de leer los reportes, pero fue en vano, me encontraba perdida, repitiendo la misma línea una y otra vez, o viendo números donde solo había letras.A las cinco treinta decido darme por vencida y apago el ordenador. Pensaba que luego de la visita de la bruja, Andrés vendría para aclarar las cosas conmigo, pero qué va, ni rastro de él en toda la tarde. Decido no darle más vueltas al asunto e irme a casa. Esa es una de las ventajas de tener un puesto superior y es el hecho de que el horario es un poco más flexible, aunque siempre tuve luz verde cuando el señor Felipe era mi jefe. Sonrío con nostalgia, porque se siente
—Ven, pasa, por favor.Andrés abre la puerta de madera, idéntica a la de mi apartamento, pero tras ella, el lugar es totalmente diferente al mío. Lo primero es que yo ya tengo un tiempo viviendo en el edificio, cerca de ocho meses, y él, seguro que apenas debe tener tres semanas. Por eso, más el hecho de que es muy despreocupado, hay alrededor de cinco o seis cajas grandes por toda la sala. Lo único que hay debidamente colocado es un sofá y un estante con dos o tres libros.La distribución es prácticamente la misma que la de mi casa, excepto que sus paredes están totalmente blancas y desnudas, mientras que las mías están pintadas de un color naranja muy pálido, lo que le da cierto grado de calidez. Junto a la puerta, contemplo el enorme sofá marrón y sonrío con ternura, es obvio que aquí vive un hombre.—Disculpa el desorden, e
Veo a Olivia tirada en mi cama, desnuda, respirando agitadamente tras hacer el amor enérgicamente y sé que soy capaz de hacerlo otra vez, aunque me contengo. Con ella, pareciera nunca ser suficiente, como si mi cuerpo estuviera destinado para adorarla en todo momento. Es algo que nunca antes había experimentado, no me había sentido así con ninguna otra mujer y lo mejor es que me encanta, porque ella es especial.Doy media vuelta hasta queda apoyado en un codo mientras veo como su respiración se va acompasando lentamente. Sonrío, cuando sus ojos se cruzan por los míos.—¿Te he dicho alguna vez lo asombrosa que eres?—No lo suficiente, pero gracias — dice en broma.Me inclino y la beso. Otra vez mi cuerpo quiere volver a la acción, pero ella me frena, con su cálida mano en mi pecho.—Necesito darme una ducha y comer algo, estoy muriendo de hambre.
—Señorita Báez, la esperan en la sala de juntas — me informa Ruth parada en la puerta.—Gracias, Ruth. Ya voy.Estoy terminando de redactar un correo y sé que voy dos minutos tarde para la reunión que han convocado hoy con los socios y corporativos, pero era algo que no podía dejar a medias. Debo decir que me sorprendió a mí y a todos que un viernes al final de la tarde, Andrés nos convocara a todos los de la directiva a una reunión de última hora, aunque sí me había dicho que había un socio que había estado fuera del país y regresaba hoy, que quería presentarnos.Para mí, que he trabajado por más de tres años en este lugar, la noticia me causó intriga, ya que conozco a todos y cada uno de los propietarios e inversionistas, sin embargo, según me contó él, este se manejaba por video llam
Según hablé con Andrés por WhatsApp, la cena sería a las ocho en punto. Así que, como de costumbre, quince minutos antes de la hora, está llamando mi puerta, tan puntual como siempre. Corro a abrirle y le sonrío como una colegiala al verle. Lleva puesto tejanos y una camisa a cuadros, azul con blanco. Está para comérselo y eso, más el delicioso ramo de rosas que trae con él, son capaces de robarme el corazón otra vez.—¡Wow! ¿A qué se debe tan hermoso gesto? — pregunto mientras le saludo con un beso y las recibo con agrado.Son rosas blancas y rojas, exquisitas, tan estupendas, que con su aroma perfuman todo el lugar.—¿Hace falta una razón para llevarle flores a mi novia? — dice cruzándose de brazos fingiendo estar dolido.En parte, tiene razón. Es el hombre más tierno y romántico con qu