Olivia Báez es una chica de 24 años que trabaja como asistente para una empresa hotelera. Su carrera está por despegar, pero todo eso se verá conmovido con la aparición de Andrés Navarro, quien la envolverá en sus redes del placer
Leer másEl reloj de mi ordenador marca las seis en punto, guardo el documento que estaba redactando y me preparo para irme. Estoy trabajando en un informe sobre una de las propiedades de la cadena que ha tenido más ventas este año, pero es algo que no puedo terminar en una hora, y en verdad quiero ir a casa, así que decido dejarlo para mañana, de todos modos, el señor Navarro, mi jefe, ya se fue a las cinco y me dijo que podía irme yo también, pero quise avanzar un poco en la última hora del día.
Ahora que el lugar está desierto, creo que lo mejor es que me vaya yo también. Sonrío viendo a mi alrededor porque, a partir de mañana, mi estatus en esta empresa va a cambiar. No es quiera ser superior a los demás, para nada, para mí todos son importantes, sin embargo, hay muchas cosas que me limitan en el puesto de asistente y, obviamente, un aumento de salario no estaría nada mal, porque todavía estoy arrastrando algunos préstamos estudiantiles y los pocos ingresos que tengo, me dan para cubrir lo básico.
Suspiro, emocionada por el día de mañana y me levanto de mi silla, tras apagar el monitor de mi ordenador. Tomo el ascensor hasta el lobby, para tomar el autobús a mi casa.
¡Hey! ¿Ya saliste?
Le escribo a mi amiga Karina un mensaje por W******p a ver qué me dice. Ella trabaja como secretaria para uno de los contadores de la empresa, pero siempre nos mantenemos en contacto, pese a ser de departamentos diferentes.
Sí, muñeca. Tuve que salir temprano porque Raúl está enfermo, tiene resfriado y he tenido que buscarlo antes en la guardería.
Le mando una carita triste, porque su pequeño hijo de cinco años es un amor. Usa gafas y es la copia de ella: con rasgos asiáticos, ya que son descendentes de unos coreanos que se mudaron a España hace unas décadas.
Lo siento mucho, querida. Espero que se recupere pronto, prometo llevarle a comer un helado cuando mejore.
Ella me responde con una carita de un corazón y yo sonrío, mientras espero que el ascensor suba los doce pisos hasta donde estoy yo. Como de costumbre, a esta hora va un poco cargado, recogiendo a la mayoría de los empleados que han terminado su jornada laboral. Cuando finalmente llega al primer piso, salgo a toda prisa en busca de un autobús que me lleve a casa, porque, mi situación económica no me ha permitido comprarme un auto.
Me detengo en la parada de autobuses y tras cinco minutos pasa uno, pero va lleno.
—Joder — mascullo por lo bajo.
No me queda de otra que esperar y en eso, un recordatorio en mi teléfono lo hace sonar: Recuerda pasar por el súper, no hay nada de comer en casa.
Genial. Hoy que pensaba celebrar un poco y salir a tomar unas copas, tengo que hacer la compra. No me queda de otra, porque es eso o pasar hambre, y eso sí que no. Espero impaciente otro autobús, la segunda vez con más suerte que la primera y me subo, en dirección a una tienda que queda a dos cuadras de mi casa.
Aprovecho el camino para pensar en mi futuro, ya que en mi pasado no hay nada más que oscuridad y dolor. A mis veinticuatro años creo que he logrado mucho y con el ascenso de mañana, pues estaré un escalón más cerca de mi objetivo. Sin embargo, no puedo negar que me gustaría conocer a alguien con quien compartir mi vida.
Al pensar en mis padres, recuerdo con amor que tenían una relación muy bonita. Mi papá solía traerle flores a mi madre en cualquier día común y corriente. Tenían citas a menudo y eran prácticamente novios eternos. Se conocieron en la universidad y se casaron muy jóvenes, aunque eso no les impidió ser felices. En retrospectiva me pregunto si algún día seré capaz de tener una relación similar, porque salgo poco y ya estoy entrando en edad. Ni siquiera he tenido un novio formal, solo amoríos de adolescencia y nada más.
Bajo del autobús aferrada a mi bolso cuando llego a mi destino. Está oscuro afuera, pero hace bastante calor en esta noche de verano, así que cuando entro a la tienda, el aire acondicionado me refresca, mitigando el calor del camino. Saco la lista que he hecho en mi teléfono. Necesito las cosas de higiene personal, algunos comestibles, frutas, y comida para mi gato Pancho, una bola de pelos que me encontré sacando la basura hace unos meses.
Cuando todo lo de la lista está cubierto, voy a uno de los refrigeradores para tomar un bote de helado y aprovecho para tomar una botella de vino, ya que por lo visto será mi única celebración. Tomo también un plato de pasta a la carbonara que tienen listos en el área de comidas preparadas y me dirijo a la caja, lista para irme a casa.
El trayecto hasta mi departamento lo hago a pie, porque solo son unas cuadras, sin embargo, con dos bolsas llenas de cosas y unos tacones punta fina, no es tan sencillo ni tan cerca, pero lo logro con mucho esfuerzo y llego a casa un tanto acalorada. Lo primero que hago es recoger mi pelo en un moño desordenado. Desempaco las cosas y las pongo en su lugar, para luego servirle el plato a Pancho, quien me recibe con un ronroneo suave.
Una vez todo está en su lugar, voy al baño donde me tomo mi tiempo en la tina con agua fría para refrescarme y al salir, me pongo una bata de seda corta que era de mi mamá. De todos modos, no voy a salir a ningún lado. Enciendo la tele y busco algo en N*****x para entretenerme y me siento, finalmente, con mi cena y el vino a disfrutar.
Devoro la cena con gusto, riendo a carcajadas con la película de comedia que he escogido, de pronto, el sonido de la puerta me sobresalta. Son casi las diez de la noche y no espero a nadie, sin embargo, voy a ver de quién se trata. Por la mirilla de la puerta veo que es un chico desconocido. Es alto, joven, con pelo oscuro y ojos muy azules.
¿Y este quién será? Pienso indecisa en abrirle o no. La curiosidad puede más y eso, más la media botella de vino que me he tomado, me alientan a abrirle.
—Hola — saludo de manera coqueta, algo ajeno a mí, pero asumo que debe ser el alcohol.
—Hola — una voz varonil y grave llena el espacio. Va vestido con unos jeans viejos y una camiseta de futbol algo grande. — Soy el nuevo vecino del apartamento dos cero dos. He venido a pedirte tu contraseña de wifi porque necesito conectarme y el instalador no vendrá hasta mañana. ¿Sería eso mucha molestia?
Se nota que está apurado, pero yo le sonrío con desparpajo.
—Para nada, guapo, yo a ti te doy lo que me pidas.
Tomo su teléfono y marco la contraseña de mi red, dejándolo totalmente sorprendido.
—Vaya, gracias, no sabía que tendría una vecina tan servicial.
—Estoy a tu orden, para lo que necesites. ¿No te gustaría pasar?
Le guiño un ojo y veo que su mirada recorre mi cuerpo de arriba abajo con sensualidad. Me sonríe con picardía y me da las gracias otra vez, negando con la cabeza.
—Gracias de verdad, pasa buenas noches.
—Hey, ven aquí, le ordeno.
Me obedece y se me acerca. Me inclino de puntillas y le doy un beso en la mejilla, casi en la comisura de la boca. Lo veo ruborizarse y se marcha con elegancia y yo me lo como con los ojos, para luego cerrar la puerta. ¿Qué te ha pasado, Olivia? Me pregunto a mí misma. No puedo creer que me haya comportado así, pero estoy segura de que el vecino y yo, nos volveremos a ver.
Narra Andrés:Los abogados están discutiendo el procedimiento que llevaremos a cabo para enfrentar la situación que nos ha dejado el desgraciado de Julio. Con su desfalco, tenemos una demanda presentada por parte del departamento de impuestos, por una multa de casi medio millón de euros, eso sin contar la demanda del parte del ministerio de trabajo por explotación laboral durante el último año, al no remunerar con los beneficios que legalmente les correspondían a los empleados por ese periodo de tiempo. No es como que no podamos pagar esas cantidades, la verdad es que sí podríamos lidiar con ello, pero nuestra posición ha menguado significativamente y debemos tratar de contrarrestar esos golpes, descargándolos en Julio y no en nosotros, para no perder la licencia de poder ejercer en la zona turística.Tengo la cabeza hecha un nudo mientras los escucho debatir cómo se darán las cosas en los tribunales y cuál de todos ellos será el que nos va a representar. Para mi mala suerte, los núm
Narra Olivia: Un enorme temblor se apodera de mis manos y de todo mi cuerpo, sacudiéndome levemente. Siento otra vez ese malestar general que me ha asediado desde ayer y me dejo caer en unos de los asientes del laboratorio. La chica de recepción me mira preocupada y sale corriendo de su cubículo para socorrerme, alarmada por mi debilidad. —Señorita Báez, ¿se siente bien? —pregunta, tomando mi mano. —pero si tiene las manos heladas. Ya le traigo un vaso con agua —ofrece servicial y me deja sola. Yo trato de calmarme, pero mi cuerpo ha perdido todas las energías y siento unas terribles ganas de echarme a llorar. ¿Cómo pudo pasarme esto? ¡Tú sabes muy bien cómo! Una voz en mi cabeza me reprocha, y me siento fatal. Toda mi vida soñé con el momento en que me convertiría en mi madre, pero definitivamente, no era así como pensaba que sucedería. Estoy en plena ruptura con Andrés, buscando un trabajo nuevo y para colmo, con Elizabeth que recién tiene un par de meses a mi lado. La recepcion
Narra Olivia: Infinity Diamonds es una de las empresas de hotelerías más grandes y prestigiosas de España. Obviamente no se puede comparar con OffShore Enterprises, puesto que esta tiene más hoteles que ninguna otra, sin embargo, dentro del mercado, tiene muy buenos hoteles en la costa que atraen a cientos de turistas todo el año. Este era uno de mis destinos cuando era pasante, pero me negaron la oportunidad porque la plantilla se llenó dos días antes de que enviar mi currículo.Asumo que ahora que tengo mucha más experiencia que en ese entonces, y tras mi reciente ascenso, estarán dispuestos a darme la oportunidad, tanto así que no puedo creer que tan pronto me dieran una entrevista.A mi alrededor, las oficinas son exquisitas y, mis ojos no logran apartarse de la preciosa orquídea que adorna la mesita de la sala de espera. No le he dicho nada a nadie, ni siquiera a Karina, sobre esta entrevista. Después de todo, nada es seguro y no quiero compartir nada sin saber cómo terminarán l
Narra Olivia: Siempre tuve miedo de enamorarme porque sabía el riesgo que corría al hacerlo. Desde mi juventud, aprendí a crear murallas, porque la gente generalmente, lo único que sabe hacer es herir y lastimar. Cuando se ha perdido tanto, como lo he hecho yo, lo mejor sería mantener bien altas las barreras y no dejar a nadie pasar, porque, una vez dentro, pueden hacer con tu corazón como les venga en gana.—Lo sabías, lo sabías, Olivia, pero no hiciste caso a tu cerebro —me recrimino a mí misma en el espejo, mientras cepillo mi cabello el pelo en un mar de lágrimas que no puedo contener.Sabía que debía no enamorarme, que lo mejor era mantener las cosas casuales y dejar que el agua corriera, pero no. Tuve que caer en sus redes para terminar como estoy ahora: enamorada y con el corazón roto. Todavía las palabras me duelen en lo más profundo de mi alma y aunque quiera, no las puedo olvidar. Andrés, el mismo sujeto que me ha hecho cientos de promesas de amor, no ha dudado ni un segund
Narra Olivia: Estoy arreglando la compra cuando mi teléfono suena sobre la barra del desayunador y corro a ver de quién se trata, aunque sé que solo hay dos opciones: Karina, o Andrés. Por supuesto, es este último y sonrío antes de contestar.—Hola, guapo. ¿Ya estás en casa?—Hola, preciosa. Aún no llego, estaba en el gimnasio, pero estoy cerca de casa. ¿Sabes que tú y yo tenemos algo pendiente?Me quedo pensando a ver de qué se trata, que yo sepa, lo último que hablamos fue del tema de Julio y según me dijo Ruth, las cosas no terminaron nada bien. Luego de eso, me fui a buscar a Eli y luego pasé a comprar algunos comestibles. En mi mente no hay nada que me diga que él y yo teníamos planes.—¿Ah sí? ¿Y qué pendiente es ese? —pregunto, mientras guardo las frutas en el refri.A lo lejos escucho a Eli jugar en su habitación.—Mi padre se ha enterado de nuestro compromiso y nos ha invitado a cenar esta noche. Dice que quiere disculparse contigo y que le gustaría celebrar con nosotros. M
Narra Andrés:Alguien dijo una vez que lo peor de la traición es que siempre viene de un amigo y hoy no deja de sorprenderme lo triste que se siente saber que la persona en quien más confiaba, ha sido la misma que me ha enterrado el cuchillo en la espalda y ahora es esa a quien tengo que despedir. Con el expediente en la mano, releo una y otra vez los apuntes que Olivia amablemente anotó, y que, en cada uno deja en evidencia lo tramposo que fue Julio y las violaciones que cometió durante su gestión.Me pregunto en qué estaba pensando cuando lo hizo y, peor que eso, la razón para hacerla. Él y yo fuimos compañeros de dormitorio en el campus. Hicimos juntos la pasantía de administración y mi padre, por amor a nuestra amistad, decidió darle la oportunidad de trabajar en su empresa, sin ningún tipo de experiencia. Fue así como se convirtió en el empresario emprendedor que es hoy, pero la bilis se me revuelve al comprobar que su éxito fue con trampas y que todo lo que tiene lo hizo tras ex
Último capítulo