– ¡Por favor!…déjala irse…- suplicaba el viejo Thomas.
Los crueles ojos de Eros Dagger miraban con su eterna frialdad al anciano que se dejaba caer derrotado ante sus pies.– Por supuesto…puedo parar el sufrimiento de tu hija si me lo dices todo…pero debes entender que me has traicionado…y hay un precio a pagar por ello…tú eliges, tu hermana seguirá sufriendo durante días o meses… ¿o termino con el dolor de una vez? – dijo Eros sin emoción alguna en su voz.Thomas miro el cuerpo sangrante de su única hermana, había sido ultrajada, golpeada y terriblemente maltratada por los hombres de Eros quienes parecían dispuestos a una nueva ronda de diversión a costillas de la pobre mujer de treinta años que yacía moribunda y les suplicaba parar en un hilo apenas audible de voz.– No lo pienses tanto…rec