Capítulo 29

Al día siguiente comenzaron a mover las cosas de Hester a la habitación de Faddei, si podía definirla, usaría la palabra sobria, no había nada, parecía que casi no pasaba el tiempo ahí, y teniendo en cuenta que durante varios meses habían dormido en su habitación, suponía que era normal que se viera así.

- Puedes hacer los cambios que desees, sólo quiero que estes cómoda ‒besa su cabeza mientras ella observa a las chicas de servicio acomodar su ropa.

- Quizás algunas fotografías, un edredón diferente, cortinas ‒susurra mirando a todos lados.

- Hester, ahora que mencionas las fotografías, me gustaría hacer una sesión de bodas después de que nazca nuestra pequeña, y quiero una sesión de ella también, si estás de acuerdo ‒ella le asiente sonriendo.

- Sería lindo, podemos colgar las fotos por todos lados ‒eso sería bello, que cada vez pareciera más una casa cálida que sólo una morada.

- Se hará como desees ‒besa su frente sonriendo‒, ya que casi terminan, ¿te parece salir a desayunar antes de ir de compras? ‒ella asiente.

- Sólo me abrigo, afuera hace mucho frío ‒camina al closet y la ve tomar varios suéteres, no puede evitar sonreír como un idiota, era demasiado tierna. La llevaría a una pequeña cafetería cerca del centro comercial, ahí había calefacción y la comida era buena.

Tras abrigarse salen animados, Yakov ya los esperaba, le alegraba que su señora estuviera bien.

Una vez en la cafetería Hester pudo quitarse las capas de abrigos, el lugar era muy cálido y todo olía bien.

- Buenos días, ¿están listos para ordenar? ‒una amable chica se había acercado, Hester miraba atenta el menú que no se dio cuenta de cómo la chica miraba a su marido, y como este la ignoraba por ver la concentración de Hester.

- Un chocolate caliente, panqueques, huevo, tocino y un sándwich ‒le sonríe a la chica, se recarga en la silla y acaricia su vientre‒, oh, y tráeme pastel de chocolate y pay de zarzamora y fresa, gracias ‒le sonríe, tenía muchos antojos.

- Un café americano doble y el desayuno continental ‒deja el menú en la mesa, mira el anillo de Hester, necesitaba conseguirle otro, quizás podrían escogerlos.

- Claro, en un momento ‒dice suave, sin embargo, podía verse muy claro la cara de decepción de la chica.

- Tenemos muchos antojos ‒dice apenada, sus mejillas estaban rojas.

- Esta bien, pueden comer lo que deseen ‒toma suave su mano y la besa‒. Estaba pensando en cambiar nuestros anillos, que sea algo que ambos escojamos, ¿qué te parece? ‒la mira atenta‒, quizás no pueda darte por ahora una boda que te guste o cortejarte como es debido, pero hacer bien pequeñas cosas, creo que podemos empezar con eso.

- Esta bien, más adelante podríamos pensar en eso, por ahora vayamos un día a la vez ‒él asiente, besa su palma mientras acaricia su vientre, no estaba seguro en no comprar la tienda infantil completa.

Tras desayunar y que ella volviese a colocarse todo, salieron al centro comercial, habían entrado a una tienda de muebles para bebé, habían comprado el cambiador, el carrito, una silla para bebé, un portabebés, una sillita y la cuna, todo sería enviado a la mansión. La siguiente tienda fue la de ropa, Hester veía enternecida la ropita.

- Decidido ‒Hester lo mira frunciendo el ceño, ve a una chica acercarse‒, quiero un modelo de cada cosa en diferentes tallas.

- Sí señor ‒dice la joven emocionada por la venta.

- No, no, espera ‒detiene a la chica‒, Faddei, eso es demasiada ropa que no se pondrá, para eso tendría que cambiarla cada media hora ‒le sonríe apenada a la mujer‒, además, de aquí a que tenga diez, seguro ni le va a gustar ‒se gira a la chica apenada‒, no porque crea que es fea, sino porque habrá otro tipo de ropa y seguro le gustará, compremos ropa de cero a un año, ¿te parece? Y no toda la de esas etapas, por favor ‒Faddei asiente, ella suspira de alivio.

- Esta bien ‒toma el suéter que ella le muestra, era muy pequeño y moría de emoción por ver cómo le quedaría.

Tras una hora habían logrado ponerse de acuerdo con la cantidad de ropa que llevarían, que Faddei tuviese tanto dinero, no significaba que le dejaría despilfarrarlo con la bebé, no quería ni imaginar lo que sería una vez creciera.

- Muchas gracias por su compra ‒susurra la vendedora, varios hombres habían llevado las bolsas fuera de la tienda, tras unos minutos los habían reconocido, el famoso matrimonio Grigoryev, se había hablado mucho por su romance secreto y su ostentosa boda, muchos decían que no era real y que quizás ella lo había engatusado de algún modo, pero al verlos hoy, ella podía dar fe de que se amaban, y que él estaba loco por la pequeña que ella llevaba en su vientre.

- Esta es una de las mejores joyerías de la ciudad ‒le susurra mientras entran, había varias personas pero eso no sería problema para él. Un vendedor lo reconoce y va donde ellos.

- Señor Grigoryev, señora Grigoryev, sean bienvenidos ‒dice quizás, con demasiada emoción.

- Queremos un par de anillos, los que tenemos fueron comprados en otra tienda y no nos gustan más, mi esposa merece algo mejor ‒mira a Hester con amor, toma y besa suave su mano, ella se sonroja.

- Claro que sí, por aquí, tenemos unos que estoy seguro le gustaran a vuestra esposa ‒les muestra el camino, la mujer era bonita y tenía aire de ser una dama sencilla pero elegante, del hombre sólo podía decir que estaba sorprendido de sus expresiones suaves cuando la veía, porque solía ser un hombre serio y frío‒, estos acaban de llegar, son de oro blanco, el anillo que es para ella tiene pequeños grabados y diamantes entre ellos, también tenemos oro, plata, oro florentino, lo que desee ‒había puesto varias cajas frente a ellos, Faddei dejaría que ella eligiera.

- Estos ‒señala unos preciosos anillos en oro blanco, estos se entrecruzaban, le recordaba a un infinito, el que ella usaría tenía pequeños diamantes, no lo elegía por eso, más bien por la forma.

- Esos serán ‒el vendedor asiente‒, y quiero este anillo también ‒señala un precioso anillo de oro blanco, era liso y con diseño de infinito, en el centro tenía un pequeño zafiro azul en forma de corazón.

- Excelente elección, es un modelo nuevo también y muy romántico ‒dice el hombre emocionado, eran de sus productos más caros, más que nada por los materiales de primera calidad que se usaban.

- El anillo que le di antes fue de mi abuela, si bien es especial, quería darle algo que representara todo lo que siento por ella ‒con cuidado quita ambos anillos, toma el de compromiso y sonríe al ver que le queda perfecto. Los otros estaban siendo grabados, siendo para él, lo tendrían en un momento.

- Es precioso ‒no podía evitar la enorme y estúpida sonrisa en su rostro, sin duda, era mucho más llamativo que el otro, de oro y con un pequeño diamante en forma de lágrima, bonito pero muy simple.

- En cuanto lo vi, sólo pude pensar en ti teniéndolo puesto ‒acaricia su mejilla, no le importaba el mundo o lo que pensaran de él, ahora era un hombre enamorado de su esposa.

- Gracias, es precioso ‒toca su vientre, podía sentir a su pequeña moverse.

Tras esa última parada, procedieron a comer en un pequeño restaurante dentro del centro comercial, era sencillo pero muy cálido, algo que le gustaba a Hester.

Ella le contaba cosas graciosas que había visto en su estancia en el hospital y él no paraba de reír, verlo así, relajado, lo hacía ver más joven y claro, mucho más atractivo.

Pero dicen que todo lo bueno no dura para siempre.

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