Hester Valentine tiene la vida tan complicada que sólo puede rezar para no morir de camino al trabajo, entre las deudas de su padre, su abuela enferma y la casa que se cae de a poco, ella no tiene tiempo para nada más que no sea trabajar. Faddei Artem Grigoryev tiene en claro que sólo necesita una cosa para estar pleno, y eso es ser el heredero legítimo de su padre, el amor no hace más que volverte , y él jamás volvería a caer por ninguna mujer, menos por la preciosa enfermera que ahora será su esposa. ¿Qué pasará entre la chica que no tiene tiempo para el amor y el hombre que se niega a volver a amar? Quizás todo, quizás nada, esto... el destino dirá.
Leer másEstaba cansada, adolorida, tenía sueño y harta de los constantes acosos de aquel hombre, y claro, como siempre que ocurría, la persona con más poder era la víctima, no malinterpreten, amaba lo que hacía, ser enfermera era lo más cercano a un doctor, ella habría querido serlo pero sus posibilidades no se lo permitieron, así que optó por enfermería, le encantaba atender a los pacientes, los sentía como de su familia. Pero también estaban tipos nefastos como el doctor Cranston, que pretendía a todas las mujeres de aquel pequeño hospital a pesar de ser un hombre casado, pero ella no quería y no tenía el tiempo de seguirle el juego, y eso lo molestaba mucho.
Lo único que le importaba era su abuela, pagar las deudas y sobrevivir un día más sin caer en colapso por estrés ya que era la única que trabajaba, la pensión de su abuela no era mucha y su padre, su querido y desobligado padre no aportaba nada, salvo problemas y más deudas.
Se dejó caer en el asiento del autobús, esta semana había estado doble turno, necesitaban con urgencia el dinero para que no los echaran de la casa, su padre había perdido su patrimonio en una apuesta, ahora tenían que rentar y el casero no era muy paciente que digamos, con lo de este mes esperaba ponerse a mano con el hombre.
Su viejo móvil suena y sonríe al ver el nombre en la pantalla, su mejor amiga Dolores, o mejor conocida como Lola, era una preciosa chica latina que había conocido en la universidad, ella había estudiado comercio internacional. Su actitud y forma de ser la habían atraído desde el primer momento, y ahora era su mejor amiga en el mundo.
- Miren quien anda ahí, mi esclava amiga ‒dice en tono bromista nada más responder.
- Hola Lola, me da gusto saber de ti, perdona que no te respondiera antes, pero me tocó en el área de urgencias y fue un caos ‒suspira, algunas noches eran más pesadas que la anterior.
- Lo sé Hest, no necesitas disculparte, sé lo ocupada que estás pero espero que no lo suficiente para ir a comer conmigo en tu próximo descanso, y no te preocupes ya que yo pagó, ¿vienes? ‒casi podía ver el puchero en su rostro, no puede evitar sonreír.
- Bueno, pero vayamos a un lugar tranquilo, así te cuento como me ha ido esta semana ‒se pone de pie al ver la parada cerca de su casa.
- Perfecto, hasta ese día ‒canturrea antes de colgar, baja cuando el autobús se ha detenido, sólo debía caminar una cuadra y al fin podría descansar, sin embargo, lo que le esperaba en casa no lo habría imaginado nunca.
Mira a unos matones salir de su casa, esto no podían ser buenas noticias, así que se apresura para entrar, al hacerlo nota a su padre en el suelo, su rostro con algunos moretones, el labio partido y sostenía su costado izquierdo.
- Querida, yo ‒su padre intenta ponerse de pie pero se rinde debido al dolor.
- ¿Qué pasó? ‒ella se apresura para ayudarlo a sentarse, alza la camisa de su padre y nota los horribles y grandes moretones‒, ¿otra vez debes dinero? ‒pregunta colocando las manos en su cintura, lo mira mal, suspira antes de ir por el botiquín de primeros auxilios, limpia la herida del labio y tras revisar que no tenga nada fracturado, procede a vendarlo.
- Sí, lo siento Hester, creí que esta sería mi noche ‒ella suspira, siempre era lo mismo con él, desde la muerte de su madre se había vuelto un irresponsable, no siempre pero la mayoría de las veces, sobrevivía gracias a su abuela.
- ¿Cuánto y a quién le debes? ‒pregunta con resignación mientras guarda las cosas.
- Medio millón a los Grigoryev ‒ella se gira a verlo con horror, las cosas caen de sus manos.
- ¿¡Estás loco!? Sí, debiste volverte loco, ¿medio millón? ‒se gira negando‒, eres imposible padre, de verdad que eres ‒muerde su labio evitando decir el resto, era su padre después de todo.
- Lo sé, lo sé, soy un estúpido pero iba tan bien, y en algún momento empecé a perder lo ganado y ellos me ofrecieron un poco, pero lo perdí y mi cuenta se fue haciendo cada vez más grande ‒dice con la cabeza agachada.
- ¿De dónde demonios crees que vamos a sacar medio millón, eh? No crece en los árboles y ni en un año podría ganar eso en el hospital, ¿lo pagaremos con tu sueldo? ‒suelta lo último en sarcasmo‒, lo siento papá, pero no pienso ayudarte, es más, no tengo como ayudarte, estamos ahogados en deudas, no tengo nada que empeñar o escrituras para poder hipotecar o pedir un crédito, tú te metiste en este lío, tú verás como sales ‒se gira dejando al hombre solo, no podía más.
Camina a la habitación de su abuela, al entrar ella no estaba, gracias al cielo no había presenciado nada, seguro estaba en el parque en su reunión.
Gracias al cielo al día siguiente tenía descanso, iría a comer con Lola y se desahogaría con ella, sin embargo, su padre tenía otros planes.
- Gracias por acompañarme, quiero que veas que quiero cambiar, por eso te voy a llevar al lugar donde conseguí un empleo, para que veas que no te engaño como siempre, te quiero mucho mi pequeña Hester, sé que he sido un padre horrible pero este es el inicio del cambio, te lo prometo ‒aprieta suave su mano, ella sabía que no era un mal hombre, era amable y amoroso, sólo por eso había accedido a presentarse con él en su nuevo trabajo, al parecer trabajaría de subgerente o algo así en un burdel, no es que le gustase mucho la idea pero según su padre, le pagarían muy bien, lo suficiente para ponerse a mano con los rusos, y de verdad eso era primordial para su paz mental y sobre todo, la de su abuela.
- Charles, un gusto ‒un hombre regordete lo había saludado nada más llegar, se había sentido incómoda con la evaluación que le había hecho, pero había decidido ignorarlo lo mejor posible‒, tú debes ser Hester, estas muy guapa muchacha ‒aquello lo había dicho de tal manera que la había hecho sentir asqueada, sonrío con falsedad y se quedó ahí mientras su padre se alejaba con aquel hombre, algo sobre firmar un contrato y no sé qué más.
Observaba el lugar, era la definición de corriente y exagerado, no entendía como las personas solían venir a lugares como estos, a las chicas no las juzgaría, ellas hacían lo que tenían que hacer para sobrevivir, estaba segura que ella pudo haber acabado en un lugar así de no haber podido estudiar, habría hecho hasta lo imposible por su abuela, ella había sido su madre y si soportaba las largas jornadas y los constantes acosos, era por el seguro para su abuela, eso cubría sus medicamentos y consultas, así que sólo le quedaba hacer de tripas corazón y soportar.
- Gracias ‒escucha a su padre detrás de ella, se había quedado observando un cuadro, al girarse nota que lleva algo en la mano, parecía un cheque, ¿le pagarían por adelantado? Eso la sorprende, quizás esto era muy serio.
- A ti ‒sonríe complacido, algo que le dio escalofríos al instante.
- Gracias señor, vamos papá ‒intenta sonar lo más relajada posible, sólo quería largarse de aquel lugar.
- Lo siento Hester ‒dice su padre agachando la cabeza, siente como alguien la toma del brazo.
- Suélteme, papá, dile que me suelte ‒se removía luchando, sin embargo, el hombre era más alto y fuerte que ella. Mira con horror a su padre casi salir corriendo.
- No te molestes chiquilla, tu padre te vendió por 2 millones ‒ella lo observa como si acabara de decirle que morirá pronto, y bueno, es así. Niega, su padre era un bruto pero de eso a venderla, era demasiado, ¿no? Pero la expresión seria de aquel hombre le hizo darse cuenta que era verdad, las lágrimas no tardaron en dejar sus ojos, jamás espero aquella traición, se sentía dolida y porque no, molesta.
- Espere, negociemos ‒se había secado las lágrimas casi con furia, no podía permitir que manejaran su vida como si no tuviese derecho a nada‒, puedo trabajar aquí de mesera si quiere hasta pagarle, le daré todo lo que saque en el hospital, pero déjeme ir ‒lo mira suplicante, él hombre ríe como si le hubiesen dicho el mejor chiste.
- No muchacha, no podrías pagarme eso ni en toda tu vida con trabajos, pero me ha dicho tu padre que eres virgen, puedo sacarte el triple o hasta el cuádruple de lo que le pague, llévala atrás ‒le ordena al hombre, este asiente y obedece.
- Por favor no ‒luchaba mientras el hombre la llevaba casi a rastras, la mete a una habitación y cierra la puerta, golpea con fuerza pidiendo que le abran, pero en vano, comienza a llorar por la frustración, el dolor y la zozobra.
- Señor ‒el hombre regordete lo mira como si fuese un Dios, él decide ignorarlo y pasar de largo a la oficina, o lo habría hecho de no ser por los gritos de una mujer que parecían venir de atrás.
- ¿Qué es todo ese escándalo? ‒pregunta con ese habitual tono frío cargado de fastidio.
- Es nueva mercancía señor, una virgen de 24 años ‒lo mira con asco cuando lo ve salivar, era patético‒, su padre la trajo, creo que mencionó que le debe mucho dinero, Charlie Valentine es su nombre ‒el apellido le sonaba, creí haberlo escuchado de uno de sus hombres.
- Es el que debe 5 millones señor ‒dice Dimitri, su mano derecha, asiente, ya se acordaba.
- Déjame verla ‒le ordena al hombre, este asiente y lo guía hasta la habitación de atrás, al abrir la puerta la chica caminaba de un lado a otro y hablaba sola, parecía darse ánimos, o así le pareció, se detuvo y miro con asombro a los recién llegados.
- Señor, por favor, le juró que le pagaré todo ‒lucía desesperada, todos pudieron notarlo, él sonríe con malicia.
- No te preocupes mujer, estás liberada de este lugar ‒la ve dar un respingo cuando parece notarlo, sus ojos café oscuro eran grandes y estaban rodeados de unas rizadas y abundantes pestañas.
- ¿De verdad? Gracias señor ‒suspira con alivio‒, vendré después a dejar el dinero, gracias otra vez y permiso ‒le sonríe, se sentía aliviada de saber que todavía había personas buenas en este mundo, seguro que este era el dueño y no le pareció que fuese vendida de aquella manera, esto renovaba sus esperanzas.
- No vas a ir a ningún lado ‒aquellas palabras dichas con tanta frialdad lograron hacerla estremecer‒, ahora, tu deuda es conmigo ‒ella sintió que el mundo se le vino abajo, esto era peor que una pesadilla, y parecía que recién comenzaba.
Había pasado más de un mes sin tener noticias de ellas, eso lo estaba desquiciando. - Faddei, necesito hablar de algo importante contigo ‒dice Mark sentándose frente a él, había analizado la situación con detenimiento y él ya no lo necesitaba como al inicio. - ¿Qué pasa?, ¿ocurre algo malo? Sólo el cielo sabe que no podría con otra cosa ‒frota su rostro. - No es nada malo, al menos eso espero ‒le sonríe bromista‒, después de todo esto me di cuenta que me enamoré de Lola, es amable, dulce y considerada, sin embargo y viendo como fueron las cosas con Hester, no podría arrastrarla a esta vida, así que he decidido retirarme y llevar una vida normal junto a ella, estaremos en contacto y si me necesitas, ahí estaré, ¿verdad que comprendes? ‒Faddei asiente, lo entendía muy bien. - Haz lo que te haga feliz amigo mío ‒se pone de pie y lo abraza, ya no usaba el cabestrillo pero tenía que tener cuidado. - Gracias ‒lo abraza con fuerza, lo suelta antes de salir, suspira una vez fuera de la ma
- M*****a, mil veces m*****a, te mataré ‒grita antes de toser, apunta y dispara, sonríe al escuchar el grito de ella. - Se acabo Clarisse ‒se gira a la voz de Mark, sí, al fin todo sería suyo‒, fue tan fácil, ¿no lo crees? ‒él sonreía de una manera extraña, sin darle tiempo a reaccionar él alza la mano y le dispara en medio de la frente, lo único que pudo hacer fue una gran o con la boca antes de caer muerta‒. Ya pueden apagar el gas ‒dice mediante el comunicador que traía en la ropa. - ¡Mark! Ayúdame a sacarlo de aquí ‒le grita con desesperación, este se acerca y lo alza con cuidado, sale mientras sus hombres se encargan del resto, podía ver que algunos todavía luchaban pero otros se habían dado por vencidos al escuchar las declaraciones de esa mujer, además Faddei seguía en la jugada por lo que tomaría represalias, ahora que Clarisse estaba muerto, no había quién pudiera competir contra su amigo, todo era suyo. Una vez fuera Hester comenzó a revisarlo, gracias al cielo la bala se
Tras llegar a la casa de su abuela le había explicado que él saldría de la ciudad y ella había preferido pasar unos días aquí en lugar de quedarse en esa enorme mansión, como sólo tenía una maleta y la pañalera, su abuela no dudo de aquello. Tras instalarse en la habitación de invitados llama a su amiga, se sentiría mejor si ella estaba aquí con ella, aunque no pudiera decirle más que mentiras, era mejor eso a nada.- Vamos Mark, esto se acaba hoy ‒su mejor amigo asiente antes de salir de la mansión, había enviado a detalle el plan al resto de sus hombros, debían dejar los pisos francos y reunirse en el viejo almacén junto al puerto norte, ahí es donde la inteligencia había marcado que estaba esa mujer.En el momento en que salió tomo el lugar del conductor y arranco casi con furia, iba a más de lo permitido pero poco le importaba, debía conseguir que esas familias retrocedieran y esperaba que tras la muerte de Clarisse eso ocurriera.Nada más llegar baja sacando su arma, sus hombres
- Papi debe ir a un lugar desagradable, ojalá pudiera llevarte para que todo fuera perfecto, mi sladkaya printsessa ‒besa su cuello, ella ríe removiéndose, su pequeña ahora tenía siete meses, verla crecer había sido un deleite, aunque no le emocionaba que se convirtiera en adulta‒. No te vas a volver grande, ningún glupyy mal'chik posmotrit svoimi gryaznymi glazami na tvoye krasivoye litso, yesli on kosnetsya khotya by odnogo voloska, ya zastavlyu yego poznat' ad (estúpido chico pondrá sus asquerosos ojos en tu precioso rostro, si te llega a tocar un sólo cabello lo haré conocer el infierno) ‒suelta en ruso, pensar en eso le hacía hervir la sangre. - No necesito hablar ruso para saber que acabas de maldecir a un chico que ni siquiera existe y que tardará años en aparecer ‒ríe bajito, se acerca y lo besa de manera casta, su pequeña ni enterada estaba de la rabieta de su papá, estaba entretenida chupando su puño con ganas. - Ninguno será merecedor de ella ‒refunfuña mientras la pega a
Faddei había vuelto tres día después, por su cara Hester supo que no eran buenas noticias. - Hester ‒susurra bajo tras besarla con intensidad, nada más verla la había abrazado como si se hubiese estado ahogando‒, al parecer ese mocoso es mío ‒dice serio tras separarse, ella quería reír por como lo había dicho, pero intuía que era algo muy serio. - Por tu tono, sé que no lo crees ‒él sonríe como si hubiese resuelto el misterio del siglo. - Es así, no creo que lo sea, por eso mande a que hicieran la prueba de nuevo, no siento la conexión que tengo con Darice, no siento ganas de abrazarlo y mimarlo, y no es porque sea un varón, eso es lo de menos, porque estoy convencido que si tenemos otro bebé y es niño, será lo mismo que con Darice ‒Hester le mira con sorpresa, sus mejillas se ponen rojas, no había esperado que él quisiera más hijos fuera de su pequeña. - ¿Quieres más hijos? ‒pregunta bajo, apenada. - Claro, no ahora pero más adelante me gustaría, si estás de acuerdo ‒le sonríe a
- No es necesario que te quedes aquí día y noche, puedes ir a trabajar y Katina se quedará con nosotras ‒no sabía cuántas veces le había dicho aquello en lo que iba de la semana, debido a lo que pasó estaba en observación, pronto podrían irse, uno o dos días más.- Puedo trabajar desde aquí ‒señala su computadora y toda la pila de documentos que tenía, cada cierto tiempo venía Ariosha con papeles y así mismo se llevaba los que ya estaban listos.- Al menos podrías ir a la casa para bañarte y descansar bien, al menos una noche ‒miro a Darice, dormía en completa calma.- Estoy muy bien, tranquila ‒deja la computadora y se acerca a nuestra pequeña, la alza con cuidado y mece suave‒, además, no me perdería ni un minuto con ella ‒besa su cabeza, no podía evitar sonreír al ver lo feliz que era, la mirada tan dulce y cargada de amor con la que la veía, no podía pedir nada más.Tras su salida del hospital, Faddei instalo un despacho provisional dentro de la habitación, le ayudaba a cambiarle
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