Capítulo 30

- Buenos días ‒le sonríe Hester cuando ve entrar a su esposo a la cocina, su cara de sorpresa era épica‒, me desperté temprano porque Darice no quería dormir más y pensé que hace tiempo no te cocinaba nada ‒siente sus mejillas sonrojarse, se sentía nerviosa.

- Muchas gracias a ambas ‒se acerca sonriendo, la rodea con sus brazos y la besa con ternura.

- Se te enfría y vas a llegar tarde ‒él asiente antes de volver a besarla, se sienta y la observa servir el desayuno, tenía un suéter largo y unas mallas gruesas junto a unas botas afelpadas, era demasiado tierna.

- Gracias ‒susurro cuando pone el plato enfrente, me sirvo café y la veo prepararse un té‒. Hoy haré muchas cosas, una de ellas ir a verla, necesito ir anexando la parte de la mafia que tiene bajo su poder, además de unas cuantas reuniones en las empresas, en fin ‒suspira, ella ríe bajito ante la obvia molestia de él.

- ¿Vendrás a cenar? Puedo preparar algo ‒le mira emocionada, hace mucho no se sentían tan en paz, él asiente.

Durante un mes y medio aquella fue su rutina, a veces él lograba estar libre a la hora de la comida y solía mandar por ella para llevarla a comer fuera.

- Hoy no vendré a cenar prekrasnyy ‒besa sus labios, de vez en cuando él le hablaba en ruso, investigando con Sergei se dio cuenta que eran halagos, como ese, le llamaba preciosa, otras veces belleza, se escuchaban curiosos, pero le encantaba.

- Esta bien, igual me siento algo cansada ‒le sonríe frotando su vientre, tenía ocho meses y medio, así que estaba más exhausta de lo normal.

- Duerme temprano, no hagas esfuerzo, Katina se quedara a hacerte compañía ‒ella sonríe enternecida, su corazón saltaba de emoción cuando lo veía así, tan dulce, amable y atento.

- Claro, no te preocupes, se nos antoja leer ‒él asiente de acuerdo, eso no implicaba mucho esfuerzo.

La besa con amor antes de salir, ella va a su cuarto y comienza a leerle a su pequeña, al parecer le gustaban las historias de romance, claro que omitía las partes eróticas y las malas palabras, eso no era para su edad.

- Le traje un té, afuera comenzó a llover, seguro hará más frío ‒asiente mientras toma la taza, estaba tan calientito, le gustaba la sensación.

- Gracias Katina ‒le da un sorbo antes de dejarlo en la mesa, da un salto al escuchar un fuerte trueno, lo que faltaba, tormenta eléctrica.

- Este clima sí que está loco ‒la ve acercarse a la ventana, afuera parecía caerse el cielo.

- Estaba bien la lluvia, pero los truenos ‒niega, le tenía un poco de miedo, siendo pequeña se había quedado encerrada en la bodega de la escuela, comenzó a llover y estando la construcción afuera, todo fue malo.

- No tenga miedo, me quedaré con usted hasta que pase ‒se acerca a ella tras cerrar todas las cortinas, Hester aprieta su mano y le agradece sonriéndole, da un salto cuando escucha otro, toma su móvil y enciende la música, se acomoda mejor entre las cobijas y continúa leyéndole a su bebé, o al menos lo intenta, un trueno hace retumbar las ventanas junto con el viento, grita por el miedo y las luces se van, no es que la oscuridad en si le diera miedo, pero había truenos‒. Calma señora, todo está bien ‒pronto se enciende la linterna del móvil de Katina, ella hace lo mismo, su corazón latía muy rápido, le costaba trabajo respirar bien.

- Katina, no me siento bien ‒respiraba con rapidez, la escucha gritar mientras se dobla, la ve aferrarse a las mantas‒, creo que ya viene ‒alza la vista, estaba asustada, no respiraba bien y dolía.

- Tranquila señora, todo va a estar bien ‒se acerca a la puerta, comienza a gritarles a todos.

- Yo la llevaré, Ariosha, cárgala ‒a lo lejos escuchaba las voces, pudo reconocer la de Sergei. Se aferraba con fuerza a la camisa del hombre, tenía miedo.

- Faddei ‒llora mientras lo llama, intenta tomar aire y entonces su mente no puede más y se desmaya.

- Ya le avise al señor, esta camino al hospital, ten cuidado ‒susurra Katina mientras camina a la par de su señora con un paraguas.

- Lo tendré, no te preocupes ‒ella asiente mientras Ariosha entra junto a su señora, nada más cerrar la puerta Sergei arranca, rezaría porque llegaran con bien, más que nada por el clima, seguro el miedo había hecho mella en su salud, que si bien ahora se cuidaba más, durante varios meses no se alimentó bien.

Sergei iba lo más rápido que el clima le permitía, podía oír a su señora llamando a su joven amo y también como se quejaba del dolor, el pobre Ariosha debía tener el brazo lleno de marcas de uñas de lo fuerte que apretaba.

Tras unos veinte minutos que le parecieron eternos, al fin pudieron llegar, Faddei había informado al doctor de la señora Hester así que ya los estaban esperando, nada más bajar la subieron a una camilla y la metieron dentro, la cara de Faddei al verla pálida y con dolor, hizo su corazón tambalearse, ellas debían estar bien.

Estaba por terminar algunos negocios cuando Katina lo llamó, así que salió disparado hacia el hospital, estaba aterrado y se veía en su cara, pero sobre todo, en que no dejaba de caminar por toda la sala de espera.

- Señor Grigoryev ‒la voz del doctor le hizo dar un salto cual resorte, en tres largos pasos estaba frente a él.

- ¿Cómo están?, ¿cómo va? ¡Dígame doctor! ‒su ansiedad era palpable, el doctor lo entendía y no se lo tomaría personal.

- Esta muy mal, sufrió un ataque de pánico, eso le provocó disnea más taquicardia, por los antecedentes de su alimentación más el episodio de estrés, temo que haya complicaciones, así que tengo que hacerle una pregunta que no le será sencilla de responder, ¿quiere quedarse con su esposa o su hija? ‒aquello fue como una bofetada, sin poder evitarlo comenzó a llorar, amaba a su hija, con el alma, pero amaba a Hester, ella era luz entre tanta oscuridad, quizás podía sonar como un maldito desalmado, pero podrían tener más a futuro.

- A mi esposa ‒su voz tembló al decir aquello, pero había seguridad en sus palabras, el doctor asiente antes de irse.

No supo cómo pasó el tiempo, para él estaba congelado igual que su cuerpo y su corazón, seguro Hester lo odiaría por haberla elegido a ella en lugar de a su hija, pero siendo alguien que creció sin madre, no pudo hacerlo, darle esa vida sin una figura materna.

- Señor Grigoryev ‒nada más escucharlo nombrar se puso de pie, estaba ansioso‒, tuvo una pequeña hemorragia pero logramos estabilizarla, felicidades, ambas están bien ‒todos pudieron ver como el alma le regreso al cuerpo.

- ¿Puedo verlas? ‒quería comprobar por sí mismo que ellas estaban sanas.

- La señora está en la sala de recuperación, en un momento la pasaremos a piso, la pequeña está en valoración pediátrica, por que nació medio mes antes, pero aseguro un buen pronóstico para ambas ‒sin poder contener su emoción abraza al doctor, se gira para abrazar a Sergei y al hombre.

- Gracias, gracias ‒no dejaba de mirar al cielo, no recordaba cuando fue la última vez que lloró o que pidió a Dios, pero justo ahora se sentía agradecido.

Tras unos veinte minutos más al fin pudo ver a su pequeña, estaba en el cunero con su nombre, Darice Valentine Grigoryev, tenía sus ojitos cerrados y el boca su puño, supo en ese instante que sería capaz de todo por ella, incluso recibir una bala, nada ni nadie le haría daño jamás, les haría pagar caro si llegaban a tocarle uno solo de sus preciosos cabellos negros.

- Señor Grigoryev, ya puede pasar al cuarto para ver a su esposa –asiente sin apartar la vista de su bebé, era hermosa y no podía dejar de verla.

Camina por donde la enfermera le indica, entra al cuarto y ve a Hester durmiendo, parecía tener mejor semblante, eso lo aliviaba mucho. Se acomoda a un lado y sostiene suave su mano.

- Perdón por lo que elegí, pero no puedo vivir sin ti –besa su palma, coloca la mano de ella sobre la mejilla de él.

- ¿Faddei? –dice ella bajito, con voz pastosa.

- Dime querida –se alza y le mira con ternura.

- ¿Y Darice? –podía ver el sueño que tenía, pero sólo le importaba su pequeña.

- En los cuneros, esta perfecta y es hermosa, como tú –dice con amor, la ve asentir antes de quedarse dormida.

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