Capítulo 31

- No es necesario que te quedes aquí día y noche, puedes ir a trabajar y Katina se quedará con nosotras ‒no sabía cuántas veces le había dicho aquello en lo que iba de la semana, debido a lo que pasó estaba en observación, pronto podrían irse, uno o dos días más.

- Puedo trabajar desde aquí ‒señala su computadora y toda la pila de documentos que tenía, cada cierto tiempo venía Ariosha con papeles y así mismo se llevaba los que ya estaban listos.

- Al menos podrías ir a la casa para bañarte y descansar bien, al menos una noche ‒miro a Darice, dormía en completa calma.

- Estoy muy bien, tranquila ‒deja la computadora y se acerca a nuestra pequeña, la alza con cuidado y mece suave‒, además, no me perdería ni un minuto con ella ‒besa su cabeza, no podía evitar sonreír al ver lo feliz que era, la mirada tan dulce y cargada de amor con la que la veía, no podía pedir nada más.

Tras su salida del hospital, Faddei instalo un despacho provisional dentro de la habitación, le ayudaba a cambiarle los pañales a la pequeña, se levantaba para ayudarla para que comiera, esperaba a que Darice se durmiera antes de volver a la cama.

- ¿No habrá problema con viajar tan lejos? ‒pregunta mientras Katina y el resto de las muchachas hacían las maletas, Faddei las llevaría de viaje a Hawái.

- No, hable con tu doctor y dijo que no habría inconveniente ‒había adelantado trabajo, así podría disfrutar del fin de semana con su familia.

- Bueno ‒se había asegurado de llevar bloqueador solar y varios trajes de baño, había comprado unos preciosos.

El viaje había durado todo el fin de semana, habían ido en jet privado y se habían quedado en una casa en una playa privada, la alberca estaba techada por lo que pudimos meter a la bebé al agua sin temor a que se quemara, claro que la había llenado de bloqueador solar.

- A final de mes las llevaré a Italia ‒susurra bajo mientras la abraza por la espalda, besa su hombro.

- ¿Estás seguro? No queremos interrumpir tu trabajo ‒se acomoda mejor, le encantaba dormir en sus brazos.

- Quisiera mostrarte donde nacieron mis abuelos ‒besa su cuello, olía tan bien, pasa su mano por su cadera, la escucha jadear bajo, mira la cuna de su pequeña, dormía en completa calma, sube la mano y aprieta su pecho, la siente arquearse, habían crecido ahora que amantaba, lo volvía loco‒. No hagas mucho ruido prekrasnyy ‒susurra con voz ronca, eso fue todo lo que Hester necesito para rendirse al placer, no sentía que su cuerpo hubiese vuelto a la normalidad, pero Faddei parecía no notarlo, algo que aliviaba sus inseguridades.

Su pequeña Darice no se había despertado, así que tras los encuentros, se había quedado dormida, se despertó cerca de las diez, al abrir los ojos Katina tenía en sus manos a la pequeña, sonrío ante la escena, debía ir a ver a su abuela, seguro le haría feliz ver a su bisnieta.

- Buenos días señora, ¿cómo se siente? ‒le sonríe, Hester se pone de pie cubierta por la sábana, tomaría un baño y después vería a su bebé.

Tras quince minutos esta lista, la toma con cuidado y se descubre para que pueda comer, solía sacarse leche para darle o para que Katina la alimente cuando estoy ocupada o en estas ocasiones donde me despierto tarde.

- Bien, me siento mejor ahora, ¿y Faddei? ‒cepillo suave el cabello de mi pequeña, lo tenía castaño claro, recordaba que al inicio pensó que sería negro, pero no; y sus ojos eran negros, era muy parecida a Faddei, aunque él decía que era igualita a mí, lo único que importaba es que estaba sana y que no había presentado ningún problema al pasar el tiempo, de todos modos, siempre estaba atenta a cualquier cosa que pasara o le saliera.

- Dijo que iría a firmar unos contratos y volvía a la hora de la comida, ha dicho que le gustaría le preparara algo ‒asiento sonriendo, limpio la boquita de mi pequeña cuando termina de comer, la pongo derecha para hacerla repetir, lo que hace unos segundos después.

- Claro, ¿quién te puso este mameluco tan bonito? ‒beso sus mejillas, estaba vestida con un mameluco de conejita‒, seguro fue tu papi, le encanta ponerte estos ‒ella me mira con sus grandes y hermosos ojos, me sentía tan feliz, habían sido meses caóticos pero ahora todo estaba bien.

- Me retiro señora ‒asiento mientras meso a mi pequeña, me gustaba cantarle y contarle cuentos, ella me escuchaba con mucha atención.

- Huele muy bien ‒se gira a verlo, le sonríe a su esposo, él se acerca y la abraza.

- Es un poco de pasta y una deliciosa salsa, la ensalada esta lista y nuestra pequeña duerme usando ruido de fondo ‒sonrío divertida.

- Todo huele excelente ‒besa su cuello, se estremece ante el tacto frío‒, incluyendo la cocinera ‒traga saliva, sabía a donde los llevaría ese sutil coqueteo de su esposo.

- Debemos comer antes de que se enfríe y ella despierte ‒digo bajo, sin duda alguna me afectaba mucho.

- Siempre puedo esperar para el postre ‒tira suave de su lóbulo, eso sin duda lo había sentido en medio de sus piernas.

Siente que se aleja, se gira y lo ve poner los lugares en la mesa, sonrío, ¿sería malo sugerir una casa más pequeña? No es que no me gustara esta mansión, pero era demasiado grande y no necesitaban tanto espacio vacío.

- ¿Y qué tal el trabajo? ‒le pregunta mientras come un poco de la ensalada, le gustaba esto. Le ve tomar un poco del vino, ella tomaba agua, no le molestaba no tomar, amaba alimentar a su pequeña, era un lazo muy fuerte.

- Bien, cerramos algunos tratos, he pensado dejar a alguien más a cargo y sólo hacer lo de la mafia, así tendré más tiempo para ustedes ‒eso me había pillado desprevenida, no sabía si decirle que estaba bien, la verdad la idea me gustaba, aunque prefería que fuese al revés, que dejara la mafia en manos de alguien más, como Mark.

- Eso nos gustaría ‒me giro a ver a mi pequeña, dormía tan tranquila.

- Dame un minuto querida ‒lo veo sacar su teléfono y responder, su expresión se endurece, eso seguro eran malas noticias‒. Voy para allá ‒lo veo colgar con rabia, suspira frotándose el rostro.

- ¿Pasa algo malo? ‒lo miro preocupada, asiente mirando al techo.

- Al parecer esta por dar a luz y quiere que vaya, no quisiera pero tenemos un trato ‒dice con ira contenida, asiento.

- Esta bien Faddei, sé que debes ir, estaremos bien, podemos quedarnos con mi abuela mientras tanto ‒asiente, se pone de pie y se acerca a ella, la alza suave y la besa con intensidad, eso la había dejado aturdida.

- Volveré en tres días ‒asiento todavía aturdida, ese hombre podía decirme que era Superman tras besarme y le creería sin dudar.

- Ve con cuidado ‒asiente mientras sale de la cocina, suspiro y me pongo de pie, alzo a mi pequeña para llevarla al cuarto, le leería un poco.

Durante el vuelo le había vuelto a llamar para verificar que venía, Clarisse incluso le había prometido no molestarlo más si de verdad iba, de todos modos, necesitaba ir para que les hicieran la prueba de paternidad de una buena vez, así se zafaría de ella de una m*****a vez y podría acabar con ella.

- Faddy ‒hace una mueca ante la mención de ese sobrenombre‒, pronto verás a nuestro hermoso bebé, un niño que será tu heredero ‒hace una cara de asco.

- Ya tengo una heredera, Darice Valentine Grigoryev ‒sentencia con frialdad‒, ella y el resto de los hijos que tenga con Hester ‒podía ver la ira en los ojos de ella, pero poco le importaba.

- Este hijo es tuyo, es hombre y será tu heredero, ya falta poco para que su contrato termine y deberás casarte conmigo o todos sabrán la verdad de tu matrimonio falso –la mira con fría furia.

- Bien –dice sin emoción, claro que no dejaría a su mujer e hija.

- No creas que no sé qué tramas, lo harás por escrito –él la mira con disgusto mientras asiente.

Sale de ahí sin importarle nada más, llama a Hester y esta le informa que se quedaran donde su abuela, la mujer estaba muy feliz de tener a su bisnieta, podía ver incluso como eso le había mejorado el semblante. Tras hablarle y decirle que la amaba, se había despedido de sus mujeres.

Clarisse dio a luz al día siguiente, no se sentía nervioso ni emocionado, y cuando lo vio, no sintió nada, fue en ese momento que supo que ese niño no era suyo, su corazón se lo decía, no había ningún lazo que lo atrajera como con Darice, aun así le pidió al doctor que hiciera la prueba ahí mismo, el hombre asintió tomando saliva de ambos, el resultado estaría listo en quince minutos. Veía su reloj atento, justo entro una llamada de Mark, eso significaba problemas, sale de la habitación para responder.

- En un momento más estará listo ‒el doctor miraba la computadora, había instalado todo lo necesario para la prueba, sería rápido.

- No me importa como lo hagas, necesito que esos papeles sean positivos, si no lo haces, créeme que lo pasaras muy mal, por el contrario, te recompensare muy bien ‒lo mira seria, el hombre asiente, mueve algunas cosas en el documento final y lo imprime para entregarlo. En cuanto Faddei entro recibió el documento, al ver el resultado no pudo evitar la cara de asco, estaba seguro que esto era falso, ya le pediría a uno de sus hombres que hiciera la prueba de nuevo.

- Voy a moverte a otro lugar para que te recuperes ‒dice seco, sin importar cuanto lo pensara o intentara sentir algo por aquel niño, no había nada, su corazón no latía como lo hacia al ver a su pequeña Darice.

- Sabía que una vez supieras que era tu hijo, cambiaría tu actitud hacia nosotros ‒le sonríe con amor, debía hacerle ver que le creyó. Sale dando dos instrucciones, que se rehaga la prueba y que la lleven a otro lado.

Debía moverse más rápido si quería obtener por completo el poder sobre toda la mafia, lograría lo que su abuelo y padre no pudieron, y una vez que eso pasara, mataría a Clarisse de una buena vez.

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