Capítulo 3

Decir que se había desatado la tercera guerra en la casa de los Durand es quedarse corto, pero al menos Orson logró salir dignamente de aquella mansión, manteniendo un poco la compostura mientras Ilhan no dejó de decir que no iba a casarse con la princesita de los Durand.

Por su parte, Sylvie no encontró nada mejor que, ante aquel apelativo tan sarcástico e impropio para una chica como ella, lanzarle un postre a Ilhan que lo dejó bañado desde la cabeza al hombro y salió de allí como la reina que era.

Blanca se disculpó y los acompañó a la puerta, mientras que Adrien con un suspiro caminó hasta el jardín, lugar que Sylvie buscaba para respirar y así evitar el homicidio.

Allí la encuentra, sentada en la banca, con las piernas recogidas y mirando el cielo despejado.

—Sabía que algo así me iba a pasar, pero siempre esperé que viniera de mamá.

—Lo siento, mi pequeña, pero no tuve otra alternativa.

—¿Tan mal negociador te has vuelto que tuviste que venderme? —ella lo mira al tiempo que se limpiar las lágrimas.

—No, mi niña, no me refería a eso… sino a que era la única forma de que tu madre dejara de meterse en tu vida, yo lo hice para darte libertad.

—¡¿Es en serio?! —dice ella poniéndose de pie.

—Sylvie, siéntate y escúchame —ella lo mira dolida, su padre le toma la mano y le indica que se siente, ella lo hace sin dejar aquella mirada de molestia—. Eres mi hija, la única que pudimos tener y por eso me duele tener que hacer esto, pero tu madre cree que elegir con quien quieres casarte es lo mejor.

«Para ti no es un secreto que nos obligaron a lo mismo, aunque fui afortunado porque logré conquistar a tu madre y ella a mí, nos amamos de verdad, no hay nada en este mundo que yo no hiciera por ella. Pero es tomó tiempo y no quiero lo mismo para ti, eres joven y mereces cumplir tus sueños.

«Por eso, quiero que te cases, te irás a la casa en Scy-Chazelles que heredé de mis padres, podrás hacer lo que quieras y eso será problema solo tuyo.

—Y de mi esposo.

—Si es que quiere irse contigo, porque su vida la tiene aquí, en el centro de la ciudad. Hazlo, por tres años y luego de eso podrás pedir el divorcio, nadie podrá decir nada, porque es obvio que ese muchacho te dará suficientes motivos.

Sylvie se queda mirando a su padre y luego fija la vista en el cielo, no suena mal el trato de su padre, en especial porque estará lejos de su madre y ya no tendría que darle cuenta de sus movimientos. Sería la mejor manera para obtener una libertad momentánea, solo debía asegurarse de no involucrar el corazón y eso parecía algo sencillo con aquel muchacho que no mostró ningún interés en ella.

—Acepto, lo haré. Me casaré con Ilhan, pero te lo advierto, tampoco seré la cornuda de Metz.

—Y yo tampoco lo permitiría, mi amor, así que lo dejaremos claro desde antes de que el matrimonio se lleve a cabo.

Sylvie abraza a su padre, sintiendo que aquello no era lo más correcto que haría en su vida, pero al menos era mejor que quedarse en casa esperando a que su madre le buscara a otro prospecto.

Del otro lado, Renée va sentada en el asiento del copiloto con la cabeza agachada, mientras Orson lanza su monólogo.

—Tienes que casarte, ya es mi palabra empeñada con Durand. Él fue quien me pidió cerrar el trato con el matrimonio de nuestros hijos, no podía decir que no. Esto te servirá, mejorará tu reputación, sentarás cabeza y lo mejor de todo, es que aprenderás de esa muchacha muchas cosas, podrás tener acceso a una fortuna que viene de generaciones atrás.

—Ya tengo la mía y con esa me basta —gruñe Ilhan, aún quitándose la crema que le ha quedado en la oreja.

—¡Ya basta! Este matrimonio al menos me garantizará que tus escándalos se terminarán, que dejarás de ser un hijo insurrecto, sin consciencia y pudor. Espero que inicies tus estudios, porque en cinco años yo dejaré la empresa en tus manos.

—¿Y si no quiero dirigir la empresa?

—¡Pues tendrás que querer! Porque no se la dejaré a un desconocido, teniendo a mi hijo para que lo haga.

—Debiste tener otro, así te asegurabas de que al menos uno de tus hijos seguiría tu legado de dinero y poder.

—¡Y eso quería, pero la inútil de tu madre no pudo darme más hijos!

—¡¡No hables así de ella!!

Orson se detiene a un lado del camino para enfrentarlo, pero Ilhan se baja del auto, cierra la puerta con violencia y abre la puerta de su madre.

—Vámonos, no dejaré que él siga diciendo esas cosas de ti —ella le toma la mano, pero Orson la toma por el brazo con fuerza.

—Si te vas, sabes las consecuencias de desafiarme —ella lo mira con los ojos asustados, mira a Ilhan y decide que es mejor no tentar a la suerte.

—No pasa nada, mi amor… tu padre solo está molesto. Sube, vamos a casa.

—Puede que tú quieras seguir aguantando a este señor, pero yo no. Me voy a mi departamento.

—¿Tú con departamento? ¡Por favor! No debes tener dónde caerte muerto, seguro te irás con tu amiguito ese, que no sirve para nada.

—Sí, padre, cree lo que quieras, pero yo no me voy contigo, no más.

Ilhan cierra la puerta, mira a su madre con pesar y no entiende por qué permite que su padre la humille tanto. El hombre sale de allí derrapando, mientras que él se mete las manos en los bolsillos y camina de regreso un par de cuadras, hasta conseguir un taxi, llega a su refugio, ese donde se queda las noches que no quiere oír a su padre.

Mira todo el lugar, camina al balcón y allí apoya las manos, mientras piensa qué hacer.

Podría aceptar casarse con Sylvie, no es una mujer fea, es inteligente y defendió a su madre sin conocerla. Enfrentó a su padre sin miedo y ella podría ser una gran aliada para sacar a su madre del lado de su padre.

—Si lo veo de ese modo, no es tan malo —se dice a sí mismo, pasándose las manos por el cabello.

Tal vez podría llegar a un acuerdo con ella, de no tener que ser un matrimonio regular, como lo que se espera de ellos, pero lo mejor de todo es que existe el divorcio, así que tampoco es que deba quedarse con ella para toda la vida.

—Uno o dos años deberían ser suficientes para que mi padre no me moleste, mientras logro establecerme con mi negocio y así sacar a mi madre de sus garras, estoy seguro de que Sylvie podría ayudarme con eso.

Se va a la cocina, saca un refresco y camina a su cuarto, tira la corbata y el saco a la ropa sucia, se mira en el espejo y sonríe, esa chica era una caja de sorpresas, cualquier otra habría aceptado el término como un cumplido, otras lo habrían sentido un insulto y hubiesen corrido llorando, pero no ella.

Ella lo vio como un insulto y se lo regresó.

Se quita la ropa, se mete a la ducha y suspira cansado, en especial porque sabe qué hará. Cuando sale, se seca y se tira en la cama, sin dejar de pensar en esa mujer que resultó ser muy diferente a lo que esperaba.

Los dos se quedan dormidos con diferentes pensamientos, pero que los llevan a una misma idea, un matrimonio que inició por obligación, para terminar en uno por conveniencia.

Al día siguiente, Ilhan llama a su padre y con voz fría le dice.

—Acepto casarme con esa chica, pero los términos del contrato serán bajo mis demandas y los trataré directamente con ella.

—No estoy de acuerdo…

—O aceptas mi condición o tu palabra te la metes por donde no te llega la luz del sol, porque si crees que aceptaré casarme con una mujer de quien solo sé que tiene una puntería excelente con los postres sin poner condiciones y resguardos, estás muy equivocado.

—Eres un grosero, yo no te crie así… Al menos me quedo con que algo aprendiste de mí.

—No te creas la gran cosa, que eso lo aprendí de mi abuelo, quien dejó su dinero en mis manos, de otra manera habrías invertido todo.

—Y no le sirvió de nada, porque te encargas de despilfarrarlo cada noche en tus fiestas.

—Afortunadamente, no tengo que rendirte cuentas, padre, porque soy mayor de edad y puedo hacer lo que se me dé la gana. Y no creas que con este matrimonio me obligas a algo, te repito, soy yo quien acepta. Dile a tu socio, la boda será en dos semanas, afinaré los detalles con Sylvie en tres días y de allí no sabrás de mí hasta el día de la boda.

Ilhan cuelga el teléfono, camina al balcón con una taza de café recién hecho y decide que lo mejor es no pensar por ese día. Ya tendrá mucho por hacer y no será sencillo.

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