- Es aqui. – dijo Axel mientras pasábamos por el edificio del que no podía ver la parte superior.
Martina estacionó y estaban bajando del carro cuando dije:
- Voy sola.
Los dos me miraron.
- Necesito hacer esto solo.
- Piso veinte. dijo Axel.
Respiré hondo, agarré mi bolso y salí del auto. Ya eran las ocho de la mañana. Viajé casi una noche entera y esperaba desde el fondo de mi corazón que Noah ya estuviera allí en ese momento, porque increíblemente Axel solo sabía la dirección donde trabajaba su hermano y no su casa.
Atravesé la puerta giratoria de cristal y entré en el enorme vestíbulo de cristal. Había tanta gente allí, corriendo de un lado a otro que me quedé allí tratando de encontrar el camino a donde se suponía que debía ir. El mundo de Noah era tan diferente al m&iacut